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OAXACA, Oax., 16 de septiembre de 2017.- La Virgen María es uno de los elementos fundacionales de la Iglesia Católica. La madre de Jesús tiene un lugar esencial en la fe católica. Al paso de los siglos, su presencia se ha diversificado. Se le venera en diferentes advocaciones, las cuales pueden ser de carácter místico (relativas a dones, misterios, actos sobrenaturales o fenómenos taumatúrgicos), por apariciones terrenales y por la devoción de una orden, región o población en particular.
Durante siglos, infinidad de obras y acciones se han hecho en nombre de la Virgen María o de alguna de sus muchas advocaciones. Es el caso de la conquista e independencia de México.
La imagen católica más antigua del continente americano es una de la Virgen de los Remedios, que se veneraba en España desde el siglo 8. Hecha en madera estofada por algún artesano español del siglo 16. La trajo el soldado Juan Rodríguez de Villafuerte, quien acompañaba a Hernán Cortés en la conquista de México. Presidió la primer Misa, celebrada en la Villa Rica de la Vera Cruz. Desplazó a los Dioses mexicas en el Templo Mayor de Tenochtitlán. Cuando el ejército mexica hizo huir de Tenochtitlán al ejército español, el 30 de junio de 1520, fue escondida bajo un maguey. La recuperaron en 1540. Durante la época colonial fue venerada como “Conquistadora de México”.
Por otra parte, en 1531, ocurrió la aparición terrenal de la Virgen María en otra advocación. Sucedió en inmediaciones del santuario de Coatlicue, Diosa mexica de la fertilidad. Se le apareció a un chichimeca de nombre Cuauhtlatoatzin. Se trataba de la Virgen de Guadalupe, cuyo nombre puede provenir del náhuatl Coatlaxopeuh (la que aplasta la serpiente). Su culto se arraigó entre los recién conquistados.
Casi tres siglos después, el contexto geopolítico era propicio para la Independencia de México. En 1776 se proclamó la independencia pionera de las colonias americanas con respecto de las potencias europeas, la de las Trece Colonias. En 1808, Francia invadió España, sustituyendo al Rey Fernando VII por el “Rey intruso” José I Bonaparte. En la Nueva España, criollos y mestizos se reunían en sociedades secretas para analizar la situación y conspirar contra el nuevo Rey y su Virrey. Uno de los grupos más destacados fue el de “Los Guadalupes”.
Al iniciar la Guerra por la Independencia de México la madrugada del 16 de septiembre de 1810, con el emblemático Grito de Dolores, el Sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla enarboló como estandarte una imagen de la Virgen de Guadalupe. El naciente ejército insurgente encomendó su lucha a esta advocación de la Virgen María surgida en tierra azteca.
Por su parte, el ejército realista, que defendía los intereses de la Corona Española, tenía como estandarte a la Virgen María que vino de España. Ellos encomendaban sus acciones militares a la Virgen de los Remedios.
Durante diez años insurgentes y realistas mataron y murieron por la Virgen güera que vino de España y la Virgen morena surgida en tierra azteca. Incluso llegaron a fusilar imágenes de las vírgenes que representaban a los ejércitos contrarios. Siendo ambas advocaciones de la misma Virgen María, representaban diferentes cosmovisiones, ideales, anhelos y proyectos.
Finalmente ganó la Virgen de Guadalupe. En 1821, el jefe del ejército insurgente, Vicente Guerrero, y el comandante del ejército realista, Agustín de Iturbide, pactaron la paz y la Independencia de México.