![](https://oaxaca.quadratin.com.mx/www/wp-content/uploads/2025/02/cita-107x70.jpg)
¿En busca de pareja? Así operan los estafadores en apps de citas
Oaxaqueñología | Raúl Ávila Ortiz
Hacia el 1-J
OAXACA, Oax., 29 de abril de 2018.- La fluidez del momento político, la intensidad de los procesos electorales, la inexorable lluvia de información, la huida del tiempo que no volverá, o bien, la evasión de la muerte imprevista y la constante lucha por sobrevivir en la competencia cotidiana, simplemente hacen abstracción del marco jurídico e institucional –así sea frágil– dentro del cual convivimos.
Oscurece la República y padece la democracia pluralista adolescente. Pareciera que no hay más Constitución.
Así, por ejemplo, en los debates presidencial –y locales– todo es posible. Dable. Asequible.
Es posible amnistiar, en general, y cortar manos y uñas, en particular.
Lo es cancelar y consultar, revocar y reelegir, mentir y mal interpretar. Negar a la sociedad civil o apelar al Congreso y, sin duda, al pueblo. Obviar los costos de las ofertas.
Mantener la oferta de lo que es de todos. No importa el precio ni el beneficiario. Si acaso, justificarse por pura táctica en lo poco que puede tener valor pero que nadie respeta.
En el submundo del crimen, da lo mismo extorsionar qué secuestrar, matar que diluir. Aparecer que desaparecer. Entrar a la cárcel que volver a salir. Que protesten o marchen. Que recuerden u olviden. Sirve para todo y para nada.
Pero no. En ningún caso, ni una palabra sobre la Constitución. Esa triste hoja de papel disponible en archivos electrónicos que debería opinar para hacer todo aquello posible o imposible.
Llamo a la reflexión desde el constitucionalismo y el ejercicio de la razón ética y práctica. Esto es crucial aquí y ahora, cuando la política tiene la palabra pero está amenazada por el dinero, las armas y, peor aun, la ignorancia, el egoísmo y la desconfianza.
Si tu preferencia electoral se orienta a conservar y seguir con el estado de cosas prevaleciente, entonces optas por preservar un modelo de Constitución determinado.
Es aquel que te ofrece derechos individuales más que sociales y colectivos; libertad, competencia y consumo, aunque sea a crédito impagable; menos gobierno y más sociedad empresarial; riqueza para los pocos fuertes y asistencia para los muchos débiles porque así funciona el sistema.
Controles formales, no reales y efectivos al manejo del poder; elección pero no revocación del mandato incumplido; violencia, inseguridad e impunidad por no poder convertir el futuro soñado en presente despierto; círculo vicioso por facilitar el trueque de la Constitución por corrupción sin ser sancionado.
Si tu preferencia es por buscar una alternativa intermedia o moderada, entonces la Constitución dirá y propiciará que los derechos individuales se armonizan con los sociales; que libertad, competencia y consumo acepten equidad, cooperación y productividad; equilibrio, así sea frágil, entre gobierno, sector privado y sector social; riqueza con mejores oportunidades no ilícitas, informales o asistenciales para liquidar la pobreza.
Un gobierno no presidencialista sino de coalición y de gabinete, más congresos y ejecutivos responsables; elección con revocación pero sin reelección presidencial y de gobernadores; cambio a estrategia de seguridad para inutilizar y vencer más que combatir con armas al crimen violento; sustituir gradualmente el futuro inasible con un presente posible; cambiar, de a poco, no tan de frente, vicio por virtud.
Si tu preferencia es por un cambio más profundo, entonces quizás optes por una Constitución y práctica que privilegie los derechos sociales de los grupos vulnerables a los individuales de los que más tienen y pueden gozarlos; que anteponga la cooperación y la solidaridad a la libertad y la competencia fratricida del consumo enajenante y sin sustentabilidad; más gobierno para conducir a la sociedad desigual en la que los fuertes sectores público y privado se aprovechan de una mayoría débil y sin garantías emancipatorias.
Una Constitución que facilite la consulta al pueblo, más que al poder judicial, para decidir temas públicos relevantes, que de otra forma pueden ser manipulados y pospuestos; un gobierno presidencialista fuerte que discipline, ordene y concrete de manera directa, aun cuando debilite instituciones representativas, al cabo que son más o menos ineficaces e increíbles.
Una combinación de estrategias sociales, de inteligencia, e incluso amnistía, para revertir miedo, violencia e impunidad como camino a la paz mínima; en fin, dignificar la vida presente sin embargar el futuro, aunque se limite el pluralismo, no así la diversidad y la comunidad.
Al parecer, las tres opciones caben dentro de la Constitución vigente, pero, muy probablemente solo una, quizás con una conjugación de variantes de las otras dos, pueda significar la mejor vía el 1o de julio y más allá.
Esta vía preferente, por supuesto, dependerá del voto, la participación y el control ciudadano. Y esto también, no se olvide, es una función constitucional.