Día 18. Genaro, víctima de la seguridad nacional de EU
La contienda presidencial de ahora nos modifica; es mi caso. Me vi en la necesidad de cambiar dos ideas, no suscribir desplegado alguno; ahora he transitado gustosamente a la condición de abajofirmante a partir de la circunstancia, además de que me honra quien me invitó y el concurso de quienes participaron.
El texto, que ratifico en todas y cada una de sus palabras, encuentro razones suficientes para votar por Xóchitl Gálvez. Decir públicamente y con anticipación por quién se va a votar suele ser una expresión propia de la libertad y común en democracia.
También un asunto de honestidad, particularmente cuando se participa en espacios de opinión sobre los asuntos públicos. Cuando hay cargada puede volverse un tema de oportunismo, difícilmente entre los que optamos por la oposición. Hacer público el sentido de mi voto es otro de los giros a los que me ha llevado el momento del país. Debo decir que es respetable quien mantiene reserva sobre el sentido de su voto.
La mayor razón para votar por Xóchitl por la vía del PRD es de carácter defensivo. Obvio señalar méritos y virtudes de la candidata, en mi inclinación de irremediable escepticismo sobre la condición humana apuesto más al sistema que a la persona y estimo que el voto por Xóchitl tiene que ver con optar por los contrapesos, por la constitucionalidad de leyes y actos de autoridad, por la independencia de la Corte, por la desmilitarización, por acabar con el oprobio de la impunidad y, sobre todo, defender a la democracia mexicana de su mayor amenaza.
Nuestra democracia registra insuficiencias y en el pasado abrió la puerta a gobiernos corruptos e incompetentes, incluyendo al actual, pero eso no la descalifica, la obliga a mejorar y a una mayor cultura cívica.
Prescindir de la democracia es renunciar a lo mejor que han aportado generaciones de mexicanos y la vía para un cambio virtuoso.
Efectivamente, mi postura es defensiva, voto por Xóchitl y los candidatos asociados al Frente porque es la manera de contener el autoritarismo que rinde tributo a la tiranía. Votar en la elección presidencial por MC y en donde puede ganar la oposición es votar por la continuidad. Votar por MC donde se puede derrotar al oficialismo es lo prudente.
Cada uno en su derecho. En la elección federal es preciso votar por la vía del PRD porque el país más que nunca requiere de un partido de izquierda que reivindique a la democracia ante el vacío que deja Morena.
La democracia tiene referentes claros, Morena no reivindica alguno; lo suyo es lo plebiscitario, nada que ver con la democracia.
En lo local la racional es diferente. Por ejemplo, quienes votan en Yucatán, hacerlo por Morena o cualquier otro partido, incluso el PRD es abrir la puerta al crimen y la violencia.
No es tanto que los candidatos yucatecos de dichos partidos pretendan ese preocupante destino, sino que es consecuencia del centralismo que conlleva Morena.
El sentido del voto para Renán Barrera y Cecilia Patrón en Mérida representa la continuidad de lo bien hecho y evitar que el centro se imponga.
No hay espacio para la ingenuidad, cuando tomó posesión el acertado nombramiento del responsable de seguridad por la gobernadora Mara Lezama duró apenas unos días.
El esquema de Morena para la seguridad, la salud, educación, cultura o cualquier otra materia es centralista.
Es derecho que los yucatecos gobiernen, anhelo compartido por generaciones y que se convalida con el desastre nacional que ha hecho del Estado una isla, un paréntesis, una excepción.
Como todos, aspiro al triunfo de la causa propia. Tengo mucha más claridad de lo que no quiero, respecto a la incertidumbre del proyecto que deseo gane. Precisamente por ello esta elección como ninguna otra despierta mi interés, emociones y profundo desasosiego.
En democracia se puede ganar o perder. Preocupa un triunfo opositor regateado por el poder y todavía más que prevalezca lo que no se quiere y que no conviene, ni siquiera a los adherentes de ese proyecto que no sean un puñado de futuros beneficiarios.
En estos tiempos el voto es la síntesis de muchas cosas, no todas nobles, no todas racionales, pero debe entenderse que es inobjetable. Malamente ahora procesamos esa voluntad democrática en el entorno más violento que se conozca, y en comicios inequitativos por la ilegalidad del desempeño de autoridades, especialmente por el jefe de Estado.