El episcopado ante el segundo piso de la 4T
Teléfono rojo ☎️
· Sólo le queda aliarse más con la sociedad
· Difícil enfrentar así la campaña de Estado
Al principio todos nos imaginamos una campaña unida.
Sólo así, decían los dirigentes cuando iniciaban las negociaciones, podría concebirse un frente capaz de enfrentar el aparato de Estado.
Súbitamente apareció Xóchitl Gálvez y desvaneció a figuras conocidas: Santiago Creel, Beatriz Paredes, Enrique de la Madrid y otros aspirantes.
Se le dio un título pomposo: coordinadora del Frente Amplio por México, después devenido en Fuerza y Corazón por México a fin de relacionarla con su empatía.
De aquella promesa queda muy poco.
Apenas las siglas.
Xóchitl Gálvez no tiene una coordinación efectiva porque los partidos se manejan con autonomía y en uso de ella se han repartido las candidaturas a los demás cargos.
En aras de su independencia no sellaron una coalición en todo el país para todas postulaciones, pues los habría obligado a tener abanderados comunes para todas las posiciones, fueran de mayoría o plurinominales.
Así entrarán las burocracias partidistas a los congresos.
CORTÁZAR Y MORA
Cuando emergió, Xóchitl Gálvez también tenía otro plan.
Su campaña tendría un frente integral: los tres partidos -PAN, PRI y PRD- harían sinergia con ella para potenciar la campaña y llevarla a Palacio Nacional.
Ese objetivo cristalizaría tanto en logística -elaboración de agendas, giras, organización de eventos, suma de prerrogativas- como en promoción y difusión.
En comunicación se habló de tener dos mandos, uno para la campaña en plena coordinación con las oficinas de prensa y difusión de los partidos.
Pero no es así.
En consecuencia, y Xóchitl designó a Maximiliano Cortázar para medios y a Fernando Mora Guillén para enlace con la sociedad civil.
Operan solos, con pocos recursos y sin estructura suficiente mientras enfrente, con la candidata de Estado, se desbordan el presupuesto, la operación de gobierno y la burocracia en acción.
Es tiempo de precampaña y luego se corregirá, dicen, pero van contra una maquinaria usada todo el sexenio y a plena marcha y quién sabe si enmienden para la campaña oficial.
VILA Y BARRERA
Hay, además, otro factor.
Esa maquinaria destroza prestigios, ataca a diestra y siniestra, y los aspirantes enfrentan campañas negras -las encuestas pagadas es una de ellas- para las cuales no tienen el eco mediático de los oficiales.
Se ve lo mismo en Nuevo León, Guanajuato y Jalisco, o en Michoacán y Yucatán, donde presentan una imagen de choque entre el gobernador Mauricio Vila y Renán Barrera.
Mentira.
Vila ha sido impulsor de Barrera desde hace mucho tiempo: hicieron campaña juntos hace seis años y lo apoyó para la reelección en 2021 a fin de vencer al entonces priísta Jorge Carlos Ramírez Marín.
Más aún:
Fue Vila quien negoció con el dirigente panista Marko Cortés primero y Alejandro Moreno y Jesús Zambrano después la postulación de Barrera para la alianza.
Ambos estuvieron con Cortés en la semana pasada para hacer una evaluación de la precampaña.
Barrera va adelante en las encuestas y eso escuece al oficialismo, desde donde se busca cooptar a panistas, priístas y perredistas -el morenista Joaquín Huacho Díaz es uno de ellos- para debilitar a la alianza Fuerza y Corazón por Yucatán.
Es la guerra electoral y en una guerra la ética puede faltar.