Economía en sentido contrario: Banamex
AMLO impuso a Xóchitl como candidata opositora, la inventó y la hizo crecer hasta el punto de hacerla inevitable, sabiendo que no podría competir contra Sheinbaum por el control que tiene sobre Alito y ante la inocencia, por decirlo con suavidad, de un Marko Cortés sin liderazgo ni respaldo en el PAN
Y resultó que la popularidad de López Obrador se tradujo en votos para su alter ego, Claudia Sheinbaum, que como único argumento de campaña se presentó como la continuadora del legado obradorista, la constructora del segundo piso de un edificio que parece desmoronarse pero que no acaba por caer.
En estas elecciones, la victoria tuvo un solo padre, AMLO, y la derrota tiene tantos padres que apenas empezamos a reconocer a algunos.
La campaña de Sheinbaum comenzó cuando AMLO rindió protesta como presidente de México. Fue muy obvia la predilección que el presidente mostró sobre Claudia desde entonces. La paseó por el país, la invitó constantemente al espectáculo de las Mañaneras y le echó flores con o sin pretexto.
El pacto de impunidad que firmó con Peña Nieto se tradujo primero en colaboracionismo del PRI en el legislativo y después en la incorporación de los gobernadores que le debían el cargo al expresidente al gobierno de AMLO como embajadores o cónsules dejando huérfanas en el país a sus huestes y mostrando el camino que les señaló el caudillo: la entrega de sus entidades y la claudicación a sus principios o pactando también su libertad.
Después, al final del sexenio, los peñistas que aún tenían lugar en el legislativo y algunos perdedores en los procesos electorales de los años recientes se fueron del PRI al PVEM o a MORENA, abandonando también a su público y traicionando sus convicciones (si es que tenían alguna).
Allí en la presidencia del PRI se quedó un peñista y obradorista tal vez por convicción o, seguramente, por el temor de ir a la cárcel y al que pusieron ahí los diez gobernadores de Peña que estaban en sus cargos al imponerlo; haciendo todo el daño que pudo a una candidatura “ciudadana” que nunca convenció a quienes no quieren ya a los partidos del régimen que sucumbe aceleradamente ante la entelequia de la 4T.
AMLO impuso a Xóchitl como candidata opositora, la inventó y la hizo crecer hasta el punto de hacerla inevitable, sabiendo que no podría competir contra Sheinbaum por el control que tiene sobre alito y ante la inocencia, por decirlo con suavidad, de un Marko Cortés sin liderazgo ni respaldo en el PAN.
Una candidatura que se quiso presentar como ciudadana, pero que nunca ofreció espacios a la ciudadanía. Las candidaturas se repartieron conforme a los usos y costumbres del PRI de Peña Nieto, entre cuates y cuotas. Ningún espacio para el mensaje de inclusión ciudadana. En los lugares de seguridad de las listas plurinominales, los amigos, los cómplices de alito y Marko y, por supuesto, ellos mismos.
Después una campaña trastabillante, sin un discurso convincente ante una mayoría de sobra convencida en el proyecto de AMLO y en la oferta de la continuidad. Esto parece fácil decirlo a toro pasado, pero desde esta columna una y otra vez insistimos en que el contrincante era AMLO y no Claudia; en que el tema era la inseguridad y una propuesta seria y comprensible de cómo atacarla.
Muchos creímos que era posible el triunfo opositor e hicimos nuestro mejor esfuerzo por conseguirlo, pero fuimos derrotados por la aplastante realidad: la popularidad del presidente, impulsada diariamente con la maquinaria publicitaria del populismo mañanero, la popularidad, insisto, es real entre la mayoría; mientras que el rechazo al PRIAN también lo es.
Esta jornada nos recuerda obligadamente a los tiempos del PRI del siglo pasado, una elección de estado en la que no solo se gana, se avasalla. La mayoría legislativa es idéntica a la del partido hegemónico de aquellos años, así que no nos digamos sorprendidos o pasaremos por desconocedores de la historia.
Ahora queda luchar por nuestras convicciones, tan fuertes como éstas sean y tan débiles como la escasa representación en el legislativo lo permita. A la par habrá que comenzar a trabajar por construir una nueva opción política para los mexicanos. El PRIAN no tiene cura. Se pudrió entre las ambiciones personales y el temor de pisar la cárcel.
No podemos quedarnos como esperando al Chapulín Colorado para que nos defienda. Es necesario presentarle a los mexicanos una alternativa democrática, con una militancia viva, que se exprese y sea escuchada, que decida por ella misma el rumbo que colectivamente se trace. Un nuevo partido que rescate el valor de los principios, la inclusión, el respeto al trabajo político, el reconocimiento a los méritos sobre la amistad o la complicidad. El amor por México y no la ambición de poder.
No debemos aceptar simplemente la apabullante victoria del populismo. Tenemos que dar la batalla por el país que queremos los que no pensamos igual que la 4T. Tenemos, como tuvieron ellos, seis años para construir una alternativa que nos permita llegar con un nuevo proyecto a las elecciones del 2030. Estoy seguro de que lo podemos lograr.