Diferencias entre un estúpido y un idiota
CIUDAD DE MÉXICO, 25 de mayo de 2018.- A gobernantes, candidatos, líderes de partido, empresarios, clase política, a columnistas, a todos los protagonistas de la madre de todas las elecciones se les olvidó el 2 de julio.
Por eso resulta excepcional que, al tomar posesión como presidente de la Conago, el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello haya puesto sobre la mesa de violentas discusiones esta fecha.
Es decir, el día en que todos, sin importar quién haya ganado la Presidencia de la República, regresaremos a trabajar, volveremos a encontrarnos con nuestra familia, con nuestros amigos, tendremos que llevar a los niños a la escuela y caminar al mercado para comprar la comida.
Y no podremos hacerlo instalados en la más profunda enemistad.
Son 89 millones de personas quienes, según el padrón electoral, tienen la oportunidad de elegir a sus gobernantes y legisladores, comenzando por el primer mandatario. En el mejor de los casos una mitad, estoy siendo optimista, decidirá quién será el triunfador.
Mitad o tercio, lo importante es que quedaran del “otro lado”, pese a estar junto, a veces en la misma casa, los otros.
Si no tenemos, tienen los gobernantes, sobre todo, la inteligencia para evitar seguir por el camino del desacuerdo, podemos llegar a un abismo que no imaginamos.
De ahí, por el peligro de que los temas electorales se conviertan en dogmas irreductibles, nos hagan enemigos irreconciliables, que haya que agradecer que Velasco Coello se encamine a la construcción del “día siguiente”.
Lo que pide, definitivo, es que tengamos civilidad y respeto. Conceptos que el Presidente Peña Nieto tiene que haber escuchado. Y vuelto a escuchar con un eco muy grande. Que tendrían que escuchar los estrategas de las campañas políticas, sobre todo los priistas, que asumen que tirar miasma al ventilador es un ejercicio ético.
El que gana va a guardar todas las guerras en su contra, todas las ofensas, todas las acusaciones, todas las mentiras, y no es bueno llegar así al poder. No ayuda a la democracia ni a la unidad nacional, concepto que debemos entender por más que parezca cursi y desgastado.
Sin unidad, al inicio de un gobierno de cualquier sigla partidaria, tenemos peligros grandes. Con un presidente norteamericano que no se caracteriza por la prudencia esto es doblemente peligroso.
Dijo Manuel Velasco: “Todos debemos entender que la lucha no es entre hermanos, no es entre mexicanos”. O sea, comprender que no lleva a ningún lado intentar aniquilar, destruir a un adversario político. Y que, a la hora de las cuentas, todos terminaremos siendo adversarios-enemigos de otros.
Nunca en nuestra historia moderna, de diez elecciones a la fecha, digamos, habíamos tenido una contraposición tan fuerte de posiciones políticas. Intentemos, todos, hacer un esfuerzo para que esto, la contraposición, quede en el ámbito de la elección. No nos desgarremos como sociedad porque será muy difícil volver a unirnos, y si no estamos unidos la fuerza, la soberanía del país, tendrá riesgos enormes.
Pensemos, así de simple, pensemos que la vida sigue el 2 de julio del 2018…
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