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OAXACA, Oax. 13 de noviembre de 2021.- Guiengola, cabecera zapoteca que dominó el sur del Istmo de Tehuantepec en los dos y medio siglos previos a la conquista, ha mantenido sus secretos bajo una espesa capa de selva baja, entre ellos, la existencia de al menos 85 unidades habitacionales, como han comprobado investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de una prospección parcial del cerro homónimo donde se asienta.
El experto del Centro INAH Oaxaca, Enrique Fernández Dávila, dijo que el anterior es uno de los aportes más recientes y significativos sobre esta zona arqueológica, datos relevantes que se suman a información previa sobre su contexto regional que incluye al propio Istmo de Tehuantepec, así como a los Valles Centrales y a la Mixteca Alta. Todo esto reúne el libro Guiengola, Tehuantepec. Orgullo zapoteca.
La publicación del Centro INAH Oaxaca, editada por la casa Carteles del Sur-Color Digital de Oaxaca, funde arqueología, historia y etnohistoria, a través de fuentes de los siglos 16 y 17, las Relaciones Geográficas, los escritos póstumos de fray Francisco de Burgoa, y de viajeros y diletantes de los siglos 19 y 20. Además, incluye fragmentos de los estudios etnohistóricos de Manuel A. Hermann Lejarazu, Alfonso Caso y Marteen Jansen, entre otros estudiosos.
En las poco más de 400 páginas también se encuentra el estudio monográfico que hiciera en 1877 el ingeniero Manuel Fernández Leal, sobre la geografía istmeña, base para la construcción del canal transístmico, proyecto inconcluso del gobierno porfirista. Además de los estudios arqueológicos de Eduard Seler y del equipo norteamericano de David Peterson, responsable del primer intento de mapeo publicado, pues con anterioridad Guillermo Dupaix, Seler y la Sociedad Alzate mapearon los monumentos.
El lugar del gran gallo
Como indica el autor, Enrique Fernández Dávila, es la primera vez, en 50 años, que un volumen refleja buena parte de la información referente a Guiengola. Asimismo, es una puesta al día de las investigaciones, ya que entre 2006 y 2009, él lideró un equipo para ir más allá de la zona monumental; de esta manera, se exploraron cuatro de los 30 sectores en que se divide el cerro Guiengola, el cual abarca aproximadamente 80 kilómetros cuadrados.
Este mapeo, consistente en recorridos de superficie y levantamiento de planos, se afinó durante los últimos dos años y medio, dando como resultado el registro de 85 unidades constructivas —que van de un puesto de vigía, a construcciones con más de 80 cuartos, caso de la conocida como “El paso del extranjero”—, en una zona que estuvo densamente poblada en el periodo Posclásico Tardío (1350-1521 d.C.).
Lo anterior apenas representa una parte del asentamiento Danni bere guien’gola o el “Lugar del gran gallo” (conforme la interpretación del doctor Víctor de la Cruz, basado en el diccionario de fray Juan de Córdova, s. XVI), el cual dominó el sur del Istmo. Hoy en día, es una zona arqueológica dentro del municipio de Santo Domingo Tehuantepec, integrada por una plaza de 4.5 hectáreas enmarcada por tres edificios: el Oriente, con 11 m de altura y un patio hundido; el Poniente, de dimensiones similares al anterior y que desplanta sobre una gran banqueta, y una cancha de juego de pelota.
Se trata de una arquitectura basada en la superposición de lajas, particularmente sensible a los movimientos telúricos, como sucedió en septiembre de 2017, generando desplomes en paramentos de los cuerpos de las estructuras señaladas. Estas afectaciones fueron atendidas por un equipo coordinado por el arqueólogo, e implicó la capacitación de lugareños en las técnicas de construcción originales.
Acerca de su historia, Fernández Dávila comenta: “Es sabido que para 1350 d.C., cuando se funda Guiengola, la élite de gobernantes zapotecas de los Valles Centrales de Oaxaca, ya tenía planes para trasladarse a la región del Istmo de Tehuantepec, propiciado, en parte, por la presión que los mexicas ejercían sobre la Mixteca a fin de obtener más mano de obra y bienes, y por la propia incursión de gente de esta zona en los Valles Centrales.
“Fue así que Cocijoeza, señor de Zaachila y quien dominaba Mitla, comenzó a ocupar el Istmo de Tehuantepec mediante la construcción de grandes edificaciones y espacios amurallados con accesos restringidos. Esto continuó hasta 1492. De acuerdo con las exploraciones hasta ahora realizadas, los monumentos de Guiengola revelan al menos tres etapas de construcción y un continuo ocupacional desde 1350, hasta la conquista española del Istmo”.
En 1519, cuando desembarcó la tripulación de Hernán Cortés en las costas de Veracruz, los mexicas buscaban incursionar en Tehuantepec, en búsqueda de ampliar una ruta que les llevara hasta a Guatemala para hacerse del control de la producción de cacao y de otros recursos del Soconusco. Entonces los gobernantes mexicas establecieron pactos con los zapotecas del Istmo, a través de alianzas matrimoniales, por ejemplo, el sucesor de Cocijoeza desposó a una hija de Moctezuma II, una constante que venía de los tiempos de Moctezuma I y Ahuízotl.
Una vez consumada la conquista española del Istmo, la descendencia de Cocijoeza pactó con la orden dominica, llamada a evangelizar el área, y le facilitó la edificación del Ex Convento de Santo Domingo, en Tehuantepec. Esta relación implicó el desplazamiento de otros grupos culturales de la región como los mixes, los huaves y los juchitecos originarios, entre otros.
Guiengola, Tehuantepec. Orgullo zapoteca está profusamente ilustrado con la representación de arte parietal de la región y una colección sobre los tipos cerámicos del Istmo de Tehuantepec, por épocas (elaboradas y realizadas a lápiz, tinta y acuarela por el artista plástico Jesús Heliodoro Antonio Domínguez); además se acompaña con un estudio somero de la fauna actual.
Fernández concluye que esta documentación implica la relativa a la formalización de los protocolos para su declaración como Zona de Monumentos Arqueológicos, con base en la Ley Federal en la materia, de 1972, es decir, su delimitación oficial y la correspondiente para su certificación como área de conservación en el estado de Oaxaca, además de un plan de operación básico para la zona arqueológica.