El episcopado ante el segundo piso de la 4T
OAXACA, Oax., 26 de enero de 2016.- El estado de Oaxaca es uno de los lugares más cercanos a la cuna del maíz, que diversas corrientes de investigación ubican en lo que ahora es el municipio de Coxcatlán, en el valle de Tehuacán, Puebla.
Los restos más antiguos de maíz que se han encontrado datan de hace más de 8 mil años, pero se calcula que su cultivo inició hace más de 10 milenios. Su domesticación fue un logro de la civilización azteca. Y, desde el altiplano mexicano, el cultivo del maíz se extendió por todo el continente, llegando hacia el norte a lo que hoy es Quebec, Canadá, y hacia el sur a lo que hoy es Chile.
Tras el encuentro de Europa y América, el maíz fue llevado a España, donde se adaptó muy bien, de ahí se expandió por Europa y posteriormente por África y Asia.
Domesticar al maíz fue un proceso de recolección y experimentación llevada a cabo por miles de nuestros ancestros durante miles de años. Por lo que el maíz es un legado de conocimiento botánico.
Sin embargo, también se trata de un legado cultural de los pueblos originarios de nuestra tierra. El maíz está fuertemente ligado a nuestra cosmovisión.
Según el Códice Chimalpopoca, el Dios Quetzalcóatl debió transformarse en una hormiga negra y, guiado por una hormiga roja, fue al interior de una montaña, donde se encontraba el maíz, tomó un grano y se lo llevó a los aztecas, quienes lo plantaron y cultivaron.
El Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas, dice, sobre la creación de los primeros seres humanos, que “De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres, los cuatro hombres que fueron creados”.
El maíz viene de un proceso lento de modificación genética, llevado a cabo durante cientos de generaciones. El maíz viene de los primeros Dioses de esta tierra.