
México no se arrodilla ante EU, ya está postrado ante el narco
Oaxaca, Oax. 08 de febrero de 2013 (Quadratín).- El hecho es increíble: una turba de estudiantes que se manifiesta en contra de lo que tienen como obligación: aprender. Aunque, quizá su exigencia de ser ellos quienes decidan el qué y el cómo de su educación, obedezca al ejemplo recibido por sus maestros, muchos de los cuales, antes que enseñar se involucran en movimientos de reivindicación magisterial.
En el Colegio de Ciencias y Humanidades (popularmente conocidos por sus iniciales ceceaches) se ha configurado un movimiento en contra de modificaciones o reformas académicas. Con razón, personas identificadas con la izquierda calificarán el movimiento como justo, necesario y oportuno. Pero la realidad indica rechazo a aceptar condiciones y requisitos de aprendizaje.
La conclusión probablemente superficial podría ser: de tales maestros, tales alumnos. En México durante ya varios lustros se ha infligido al magisterio una dura campaña de desprestigio. El más representativo y ganado a pulso es el estado de Oaxaca, en donde los conflictos gremiales han obligado a la pérdida del orden, la gobernabilidad y el Estado de derecho.
Por los problemas internos del magisterio, que ocurren en todos los niveles de la educación, los alumnos son espectadores de ejemplos y espectáculos indignos de quienes tienen la vocación y la capacitación para educar, impartir clases, enseñar.
La opinión pública ya no se sorprende de que una turba de aparentes estudiantes (en otros casos, de maestros), tomen las instalaciones educativas y destruyan tanto materiales como edificios. La autoridad, en esta misma lógica, es garante de la impunidad para que no haya responsabilidad por esos actos vandálicos.
Por eso la noticia y el relato de los hechos del miércoles, es relevante: estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) plantel Naucalpan tomaron las instalaciones, luego de una riña, con cuatro personas lesionadas y diez más detenidas. Según los estudiantes, los hechos se registraron al momento en que realizaban una asamblea para acordar una marcha en el Distrito Federal, cuando irrumpió un grupo ajeno que desencadenó la violencia, en la que se lanzaron petardos, se quemó mobiliario y resultaron lesionados 4 estudiantes. Intervino la policía del municipio y detuvo a 10 personas.
El conflicto culmina en Ciudad Universitaria, en la sede de la Universidad Nacional Autónoma de México, en donde se reproducen más actos de violencia incitados por los manifestantes, quienes a la exigencia de que no se modifique el plan de estudios, agregan ahora la petición de liberación de los detenidos en la refriega del día anterior.
Los manifestantes expresaron su rechazo a las reformas para el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) y amenazaron con tomar planteles y continuar movilizaciones en todo el sistema.
Estos hechos tienen su contraparte en los que realizan, a ciencia y paciencia de las autoridades laborales y educativas del país, los maestros por sus problemas gremiales.
El asunto tiene tales características que la propia líder magisterial, Elba Esther Gordillo Morales, presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), advirtió que no acepta chantajes ni amenazas y demandó una reforma a fondo del sistema educativo y no una que sea producto de la negociación entre los partidos. Los maestros amigos del presidente Enrique Peña Nieto no van a permitir que se ponga en riesgo su permanencia en las aulas, afirmó.
Ni amenazas, ni nada, me van a intimidar. Para morir nací, quiero morir con un epitafio: aquí yace una guerrera, como guerrera murió, dijo en la celebración de los 36 años de unidad de la sección 36 del sindicato, que se celebró coincidentemente con su cumpleaños.
La educación es uno de los graves problemas y rezagos en México y su solución parte del elemental cumplimiento de derechos y obligaciones de alumnos, maestros y sociedad en general. En el CCH se percibe la animosidad y el ánimo exacerbado que se convierte en una prueba a la autoridad. No puede aceptarse que los alumnos digan qué, cómo y cuándo es su enseñanza, pero tampoco a los maestros puede mantenérseles sin que cumplan sus obligaciones. Opera bien el dicho de que la letra enseña, pero el ejemplo arrastra. Ojalá los estudiantes aprenda lo bueno, no lo malo.
[email protected]
Foto: Proceso