
El PAN y la cabeza de Medusa
Oaxaca, Oax. 28 de noviembre de 2012 (Quadratín).-
1. El que se detiene aquí puede mirarlo todo: Una mujer hermosa, Un día soleado, Los colores de la comida. Afuera puede estar una calle, pero como si no estuviera, nadie piensa en ella, nadie la mira.
2. Se puede llegar a este muelle por distintos caminos, en alguna ocasión me condujo hasta aquí una melodía que me recordó el tiempo y la tierra donde nacieron mis padres. Otra vez, de madrugada, llegué aquí por un mal sueño. Hasta aquí llegue buscando a una mujer. Una noche me trajo aquí un perro.
3. Cargado de mujeres sube la cuesta con pena esa suerte de auto y bicicleta. Erguidas en el corral de la máquina las mujeres que van a puerto a vender tortillas en el mercado miran desde lo alto el color del día, la cuesta y las columnas de humo, esa media luz que da forma al ropero y a la mesa, a la casa, la ventana, el patio.
4. En algún lugar de la casa encontramos, siempre, los retratos de nuestra infancia. Allí aparecen los años con su triciclo nuevo, su pastel de fiesta y su zoológico. Dos niños y el padre y la madre. La foto junto a la Guadalupana. El perro Pipo y la perra Layca. Salen las fotos del mar, alguna en color. Y la fiesta de quince años de la hermana con chambelanes melenudos: flacos, otros.
5. Los soldados de la patria que salen por la tarde del sábado a buscar fortuna en los cines, los parques, las avenidas, francos. Quién les tirará un pan a estos niños sin cuartel, sin armas, sin el fusil al hombro, sin la bayoneta calada. Con sólo una inocente navaja 007 en el bolsillo. Con los pantalones de mezclilla recién lavados. Sin aquella eterna ropa verde olivo. Sin el quepí, sin el birrete. Infantes de casquete corto que recorren las calles del puerto en grupos de tres, cinco. Sin capitán. Sin coronel. Sin barras al hombro ni estrellas en la frente o en el pecho. Solos por las calles del puerto. En alguna cantina de barrio nuevo contarán sus andanzas en las montañas, las incursiones. Los escucharán atentamente hombres de mar que no saben nada de armas, de andanzas. En la tarde del domingo volverán al cuartel con en recuerdo de unos labios en sus labios. Dormirán con la diana en la cabeza. Así los días de la semana, con el recuerdo de la mujer y la cerveza en el cuerpo. Hasta la tarde del sábado en que estos hombres jóvenes de nuestros campos, rostros achinados de gente que no nació aquí, salgan a recorrer por la tarde las calles del puerto.