
Bloquean vecinos de la Gómez Sandoval por obra inconclusa
Oaxaca, Oax. 28 de octubre de 2012 (Quadratín).- El Día de Muertos representan una mezcla de tradición, culto, fiesta, magia e historia en Oaxaca.
Dentro de las actividades que surgen con esta fecha, la visita a los panteones es una experiencia inolvidable que llena el cuerpo de una sensación fantástica al ir caminando entre las tumbas, en medio de la oscuridad de la noche, el viento frío atravesándonos el cuerpo y los murmullos de la gente.
A cada paso, el oído se deleita al escuchar los cantos y los rezos, e incluso la música que suelen llevar algunas familias.
El Panteón General de San Miguel, uno de los más visitados en estas festividades, es adornado con más de 2 mil 400 veladoras. Este lugar, fue creado en 1777 por el corregidor don Nicolás de Lafora, quien lo mandó construir luego de la gravísima viruela que se desarrolló ese año en esta ciudad. En 1833 volvió a ser utilizado con motivo del mortífero cólera que causó en todo el país gran número de víctimas.
En 1834 se abrió una barda provisional y una capilla en el centro de arquitectura toscana. En el interior existen cuatro galerías formadas con 100 arcos del mismo orden que contienen 2 mil 355 nichos o sepulcros de piedra simétricamente abiertos en el ancho del muro. Entre ellos 103 contienen los restos de las víctimas de cólera que asoló a Oaxaca entre 1833 y 1852.
El indigenismo de los zapotecos del Valle y de las manos creadoras del barro de Santa María Atzompa, se manifiesta también en estos días en esa población donde sus habitantes velan a sus muertos a partir de la una de la mañana del día primero de noviembre. En contrastre, en las comunidades de Guixe y San Isidro Almolongas, Miahuatlán, desde el día 15 de octubre las familias acuden al panteón a limpiar las tumbas y colocar flores y velas.
Pacientemente y en el más absoluto silencio, adultos, ancianos, jóvenes y niños esperan a que termine de consumirse la cera para entonces regresar a su hogar.
Cuentan los zapotecos de la Sierra Sur que es una tradición que heredaron de sus abuelos y tiene el significado de ir a invitar a quienes ya partieron a que vengan a las festividades de los días primero y dos de noviembre.
El panteón de Santa Cruz Xoxocotlán, municipio conurbado a la ciudad de Oaxaca, es otro que recibe un gran número de visitantes en estas fechas.
A partir de las 5 ó 6 de la tarde, las personas que tiene familiares descansando ahí, arriban para la tradicional velada, llevando consigo flores, velas, calaveritas de barro y dulce, comida y mezcal o cerveza para soportar el frío y el sereno de la noche y la madrugada, ya que la velada termina a las 4 ó 5 de la mañana.
Platican los abuelos que esta tradición se inició hace muchos años cuando las personas acudían en punto de las 11 de la noche al cementerio a rezar y a esperar que sus difuntos regresaran del más allá a las 3 de la mañana. Acompañaban entonces a sus almas hasta su casas, donde ya los esperaban los altares, colocados en un lugar especial del hogar y llenos de las cosas que el difunto disfrutaba en vida.
Foto: Ambientación