La Constitución de 1854 y la crisis de México
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México, DF. 21 de octubre de 2012 (Quadratín).- Hace cuatro años, la sola figura de Barack Obama despertaba sentimientos de reconciliación con el papel imperial de los Estados Unidos. Fue memorable el discurso en Berlín ante más de 500 mil personas como una forma de internacionalizar una elección que correspondía a la lógica de las contradicciones del elector estadunidense.
En la campaña de 2008, Obama demostró ser un agitador de masas, aunque con un proyecto político, económico e ideológico muy definido: ganar la presidencia para contribuir a la reconstrucción del imperio. Lo malo fue que Obama abrió demasiadas expectativas sociales. Su elección resultó lógica: el color de la piel, la juventud, el discurso mediático y el hartazgo de los estadunidenses hacia la ineficacia de la clase política, además de una severa crisis económica heredada por Bush y que necesitaba ser mitigada por la acción gubernamental.
Hace cuatro años, los principales observadores acuñaron el peor escenario para la presidencia de Obama: una severa crisis de expectativas. Una cosa era lo que Obama representaba para la esperanza (hope) de los ciudadanos azotados por la crisis y el mensaje de cambio (change) que significaba un político casi sin compromisos con la clase dominante del imperio y otra fue la realidad.
Obama no pudo con la presidencia. Ante la impotencia de sus propuestas por la dimensión del conflicto estadunidense, destinó todo su tiempo y esfuerzo en salvar al capitalismo y a las corporaciones a costa de permitir que el desempleo se convirtiera en estructural. Asimismo, no pudo cumplir las expectativas de la comunidad afroamericana y se la pasó justificando por qué no saldría la agenda migratoria.
El saldo de la crisis de expectativas se encuentra en las encuestas que dan empate técnico o ventaja al republicano Mitt Romney. Si los seguidores de Obama se la pasan tratando de justificar esas tendencias, en la realidad existen ya los datos duros de que Obama podría hacer menos en su segundo periodo de lo poco que pudo lograr en el primero. De ahí las expectativas deprimentes para la reelección.
Obama logró espacios políticos porque no representaba a la clase dominante; sin embargo, cuatro años de gobierno lo han mostrado como un presidente tradicional, con la crisis económica como un lastre atado al cuello de su popularidad.
Lo que viene en los EU es un voto atípico:
1.- Los electores no van a votar por Romney sino que en realidad avalarán al republicano como un voto contra Obama.
2.- El voto hispano, que es la esperanza de Obama, no alcanza a aclarar su dimensión: los hispanos que ya son ciudadanos y pueden votar lo harán como estadunidenses; y los migrantes que esperan la reforma no tienen derecho a voto.
3.- Obama quiere reactivar el voto progresista de los liberales, pero su estrategia carece de un proyecto de reactivación del progresismo que encarnó Bill Clinton.
4.- Los votantes estadunidenses van a ejercer su derecho en función de sus necesidades inmediatas, no por los perfiles progresista o conservador de los candidatos.
La crisis de expectativas que enfrenta Obama está lejos de ser de coyuntura, ideológica. Clinton pudo mantener una tasa de crecimiento económico que le dio los dos periodos –es la economía, estúpido, fue su divisa–, pero Reagan delineó una extraordinaria política económica que fortaleció el empleo. Obama carece de una oferta coherente que atienda el gravísimo problema del empleo.
Obama aún no ha perdido. Pero cada vez se ve complicada su victoria.
¿VIENE EL EFECTO LAZCA?
Más que el sospechosismo en torno a la muerte de Heriberto Lazcano El Lazca, el tema que realmente ha preocupado a las oficina de inteligencia y seguridad nacional militares, civiles y policiacas radica en la respuesta del cártel de Los Zetas. Focos de emergencia se han encendido por la lucha sucesoria en esa banda y por el afán de venganza.
Los expedientes sobre el Z-40, quien se encontraba en guerra contra El Lazca por el control del cártel, han registrado el hecho de que Miguel Treviño Morales, el Z-40, es un hombre dado a las venganzas: las versiones señalan que ordenó el asesinato del sobrino del gobernador coahuilense Rubén Moreira en venganza por el asesinato de su sobrino horas antes.
La muerte de El Lazca va a reacomodar cárteles y liderazgos:
–Hacia el interior de Los Zetas.
–En su zona territorial de Tamaulipas.
–En su guerra contra el cártel de Sinaloa del Chapo Guzmán.
–En el acotamiento que le ha puesto la IV Región Militar del Ejército.
–En los amigos de El Lazca dentro del cártel.
Acotado el Z-40, perseguido El Azul Esparragoza, con poco margen Vicente Carrillo y todos contra El Chapo, el escenario de los cárteles podría ser favorable para el gobierno de Peña Nieto, cuando menos en su intención de disminuir la intensidad en la persecución de los capos y con mejor margen para trabajar en los aspectos económico y social de la inseguridad.
El efecto en la sociedad ha sido menor por la ausencia de una política de comunicación social del Estado y por la intención de organismos internacionales de derechos humanos de desvirtuar los logros gubernamentales; el informe de Amnistía Internacional fue inmediatamente difundido para sobresalir casos de tortura que buscan empañar el caso de El Lazca. Pese a todo, la muerte del fundador de Los Zetas fue uno de los mayores logros de la ofensiva gubernamental contra los cárteles de la droga.
Lo que debe venir ahora es operar acciones de emergencia en los estados de la república donde Los Zetas tienen presencia: Tamaulipas, Coahuila, Nuevo león, Nayarit, Sonora, Sinaloa, Puebla, Hidalgo, Zacateas, Aguascalientes, San Luis Potosí, Durango, Tabasco, Campeche, Guanajuato, Querétaro, Veracruz, tabasco y Tlaxcala y las sospechas de que están operando también en el Estado de México y algunas zonas del DF.
Por cierto, el caso del Lazca ocurrió en la X Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas, donde paradójicamente el secretario estadunidense de Defensa, León Panetta, recomendó que las fuerzas armadas dejaran de operar sobre temas de seguridad pública, cuando el caso del Lazca, del cártel de Los Zetas que ya controla mercados al menudeo en los EU, sólo podía ser derrotado por las fuerzas armadas, la Marina en este caso. Pero en realidad, el gobierno de Barack Obama sigue pensando en términos imperiales de dominación porque su intención es que el ejército de los EU tenga acciones en países de la región para combatir el crimen organizado transnacional.
Las oficinas mexicanas de inteligencia y seguridad nacional se han puesto en alerta para accionar respuestas en caso de que Los Zetas busquen alguna venganza, pero también para esperar que el nuevo jefe de la organización, el Z-40, cometa algún error.
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