
Déjate las drogas… ¡aguas con las gusgueras!
Oaxaca, Oax. 24 de septiembre de 2012 (Quadratín).-En estas tierras donde nunca pasa nada, sitios de escritores que no escriben, pintores que se repiten en imágenes y colores al gusto de turistas; poetas que le cantan a la novia de su adolescencia desde hace 40 años, se escribe novela policiaca.
Una doble y grata sorpresa: primero, porque se rompe el círculo vicioso en que se encuentran inmersos los escritores de café, aquellos que hacen literatura ágrafa, los que cuentan al calor de las copas el libro que están escribiendo; y, segundo, porque un joven escritor se anima a vivir de su arte y su trabajo.
Víctor Vásquez Quintas (Oaxaca, 1984), vive de la narrativa, de su oficio. Aunque para llegar a esta convicción pasó por muchos y variados oficios: burócrata en alguno de los poderes del Estado, como tantos otros aprendices de escritor que ahí se quedan, corrector de estilo, reportero cultural, pasó por el periodismo como recomienda Hemingway; y vendedor ambulante de libros, actividad que tanto detestan los viejos y jóvenes escritores locales.
Con La noche, roban arte sacro, Vásquez Quintas se integra a la corriente editorial en boga, por estos días, entre los escritores en el norte del país. Con la intensa actividad del narcotráfico y del crimen organizado en las localidades fronterizas la realidad ofrece material de sobra para escribir novelas policiacas. Escribir novela policiaca viene siendo una creación más urbana, se podría decir.
Esta característica municipal en muy bien aprovechada por autores y editoriales, que abarcan espacios en la industria a nivel nacional e internacional. Pero uno habría de preguntarse: ¿y en Oaxaca? ¿la realidad del mundo rural que vivimos entrega material suficiente para una novela policiaca?
Primero habría que responder a la pregunta de que si ésta tierra ofrece las condiciones mínimas para dedicarse a la literatura de tiempo completo. Que para dedicarse a escribir novela se requiere tiempo y recursos. Después habría que responderse si esa realidad entrega las condiciones mínimas para escribir novelas.
Porque de que hay literatura sí la hay. Se conocen a poetas, aunque sean los que publican un libro en toda su vida; cuentistas y narradores, cronistas que devienen en funcionarios públicos. Profesores que hacen la monografía del pueblo donde un día laboraron; ingenieros, licenciados y hasta notarios públicos que escriben. Maestros universitarios. Pero escritores de tiempo completo, se conocen muy pocos.
Víctor Quintas pertenece a una generación que apuesta su existencia al oficio literario. Y a hacer crecer las letras oaxaqueñas con compromiso y talento, generosidad. Su quehacer sensible lo ubican con una característica: abarcan temas de Oaxaca y sobre Oaxaca; escriben sobre lo oaxaqueño. Así sea novela policiaca en un sitio donde nunca pasa nada.
O no pasaba nada, hasta que el crimen nacionalizó su actividad. Habría que leer con detenimiento esta novela policiaca.
En tanto, se da la bienvenida a un joven valiente que arriesga la existencia por las letras en un tiempo donde ya nadie lee. Ni viejos ni jóvenes. Y escribir literatura, cualquiera que sea la disciplina, significa algo más que poner los pies en el fogón. Y no rendirse al primer intento.
*La noche, roban arte sacro, Ediciones B, México, 2012.