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Más poder a Ramírez de la O para mantenerlo en Hacienda
Oaxaca, Oax. 19 de septiembre de 2012 (Quadratín).-Revienta el mal tiempo del turismo temporalero contra el muelle del puerto mientras las mujeres y los hombres que viven frente al mar buscan amparo para sus vidas en la boca de la gente. Son los días del no hay; las mañanas del vente luego en que no se encuentra un alma en la cantina ni en la calle ni en casa; mediodías del dile que no estoy donde el que adeuda prefiere no haber nacido y solo se pasa las horas con la idea fija en la cabeza de irse a vivir lejos del agua inmensa que atrae moscos, la enfermedad; días en que la reventazón de las olas fondea angustias, pesares.
Lejos quedan los días con billete en la cartera cuando el adoquín hierve de turistas y paseantes y hay negocio para todos. Los pescadores zarpan en sus pequeñas embarcaciones desde temprana hora, van por atún, dorado, bonito. Navegan por la pieza que adornará la fotografía del gringo panzón en un apartamento de una ciudad lejana y fría. Los acarreadores de clientela de hoteles y restaurantes trotan incansables por la bahía principal. Y en las noches las cantinas hierven de hombres desesperados que intentan calmar el cansancio de sus cuerpos con litros y litros de cerveza acompañados de mujeres y canciones que escuchan a todo volumen.
En esos días del progreso la mujer del pescador rescatará por la madrugada algunos billetes del naufragio de alcohol, cantos y besos de mujeres morenas. Algo quedará para el desayuno, alguna moneda rodará en el bolsillo izquierdo de los pantalones para comprar café y galletas de animalitos.
El pescador lo sabe, su mujer también sabe, el mar amanecerá allí enfrente y le entregará en el amanecer de cada día la posibilidad de ganarse la vida en la pesca, en el recorrido turístico por arrecifes y bahías, caletas.
Los días de la buena suerte de la temporada vacacional es recordada todo el año. En alguna esquina al mediar un litro de cerveza, unos tragos de mezcal, dos hombres conversarán sobre el progreso del turismo, sobre sus días felices. Con la esperanza en el mañana se embriagarán, llegarán a sus barracas a pelear con la mujer y los hijos, a romper los trastos de barro y a dormir a pierna suelta bajo el almendro. Mañana será otro día, mañana el mar dirá la suerte de sus hombres.
Pero cuando pega el temporal de los días malos, el que quiera sobrevivir tendrá que agarrarse de lo que pueda.
Cuando se escapan los días del buen turismo frente al mar la población queda a la buena de Dios, y de los empleados del gobierno; que ellos tienen el sueldo fijo y el poder de tratar a la gente como mejor les parezca.
En esos días sin dinero los oficiales de tránsito andan buscando el menor detalle para allegarse unos centavos. Ya que trae rota usted la calavera de la intermitente derecha, ya que su licencia de conducir está vencida, ya que si usted rebasa los límites de la velocidad. Y cuidado, señores, nadie frente al mar podrá conducir en estado de ebriedad.
En los días de la ausencia del billete la gente se pasa el tiempo haciendo trámites ante los empleados del gobierno. Si uno quiere remendar el tejado, impuesto. Si hay que encalar las paredes, necesario pagar permisos. Si uno quiere plantar un árbol, recargos por atentar contra la naturaleza.
La gente sabe bien que con tiempo malo está por demás acercarse a la autoridad, y mucho más delicado resultará dejarse llevar a calentar tabique. Pero nuestra gente, quién la hace entender, ya se sabe, no aprende en cabeza ajena.
Antes de continuar con mi historia quiero decirles que aquí me trajo el doctor Figuero para entretenerlos, decirles algo mientras pasa el tiempo y llega la temporada de turistas en nuestras playas.
El doctor Figuero sabe mucho de la gente, para eso estudió en la universidad, para hacer el bien y para hablar de la gente sin que nadie le diga algo, porque es doctor, sabe bien su negocio.
La historia inició allá por los rumbos de la PP (Porra Peluda),donde Chico Silva preside al grupo y el doctor Figuero sería algo así como el secretario general del mismísimo grupo que preside Chico.
Pues allá estaban en plena sesión en medio de la PP, cuando les trae un amigo la noticia. El Chico había caído en las garras de los oficiales de tránsito, y ya lo conducían a las celdas de la agencia municipal.
Solidarios los dos hombres abandonaron la sesión en la PP, y se fueron a socorrer al amigo (no sin antes atravesarse un fuerte, para tener valor y poder luchar con todas sus fuerzas contra los oficiales del orden).
Todo esto pasó cuando el puerto estaba bien muerto, sin dinero, sin turismo. Chico Silva corrió a la iglesia a sacar a la autoridad municipal de los rezos mientras el doctor Figuero agregó en una gaseosa unos mililitros de pegue, para que el Chico pudiera agarrar valor en medio de su pena. No les resultó difícil cumplir su cometido, por algo Chico Silva es ampliamente conocido entre los más notables de estos mares y el doctor Figuero sabe de sus embustes, para eso estudió, para eso fue a la universidad.
Juntaron sus fuerzas todos los miembros activos de la PP, y llegaron de solidarios algunos otros personajes; hasta de la misma capital. Con el pleno y sus refuerzos, sacaron al Chico.
Para celebrar le declararon la guerra a los hombres del uniforme y el tránsito, y dejaron correr el gusto por calles y cantinas de la costa.
Todo esto pasó un día en que la gente del puerto creyó morirse en medio de un día sin dinero y sin la esperanza de alcanzarlo. Todo esto pasó allá, en ese tres de abril que no se olvida.
Pero yo sólo vine aquí a recordarles que entre las mujeres y los hombres que viven de cara al mar hay días buenos que llegan y se van. Sólo permanece su recuerdo en la boca de la gente .Así es nuestra vida. El mismo mar entrega riqueza y la arrebata. Eso es que es.