Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
Oaxaca, Oax. 1 de agosto 2012 (Quadratín).- Hay quienes relacionan directamente el estallamiento de movimientos sociales con la disponibilidad o carencia de los alimentos. En la historia, inclusive, muchas de las revoluciones tienen como detonante el hambre y la lucha por el alimento.
Aunque México cada vez es más deficitario en autosuficiencia alimentaria y hay por lo menos 20 millones de pobres extremos que no les alcanza para comer, las importaciones cubren los severos faltantes.
Para un año electoral como el que, a pesar de todo, todavía no concluye, el abasto es fundamental para la conservación de la paz social. Hay quienes podrían decir que, a la mexicana, la democracia se construye sobre los cimientos del hambre del pueblo. De otra forma, no se entendería el uso escandaloso de dádivas de todos los partidos políticos y del gobierno para la compra, coacción o convencimiento de los electores.
El de presidente Felipe Calderón, sin duda, es un gobierno con suerte, porque aunque en el último año la sequía devastó amplias regiones agrícolas de varios estados, la que ahora padecen los Estados Unidos tendrá repercusiones más severas porque, desde ahora, se prevé el encarecimiento de entre 30 al 40 por ciento de muchos alimentos en los meses por venir.
Si este fenómeno hubiera ocurrido en el último semestre la afectación al partido en la Presidencia de la República hubiera sido mayor, estiman algunos analistas.
De acuerdo a informaciones difundidas, en Estados Unidos se ha presentado la peor sequía de los últimos 40 años; afecta a más de 60 por ciento de la superficie agrícola. Los primeros productos que tendrán alza son la tortilla, el pan y la carne, que tienen relación directa con los daños que vive el campo en Estados Unidos y de donde provienen buena parte del total de las importaciones mexicanas, que representan 50 por ciento de su consumo.
La región central de EU es la más importante del mundo en producción de maíz, soya y trigo. Los analistas estiman que el primer impacto es un incremento desmedido, como en 2005, de los precios y problemas para garantizar la alimentación.
Análisis de la Comisión de Agricultura y Ganadería de la Cámara de Diputados prevé que los aumentos pueden darse en forma inmediata, de hasta entre 20 y 30 por ciento, cuya repercusión afecta a la población marginada.
Existen por lo menos 28 millones de mexicanos en pobreza alimentaria, que dedican casi 60 por ciento de su ingreso a la compra de alimentos. Garantizar la alimentación es una de las tareas más graves que tiene cualquier administración, porque ahí se rompe con mayor facilidad la convivencia armónica y la paz social.
El margen de maniobra es bajo y ya analistas del mercado de Valores de Chicago, el principal centro financiero de la industria alimentaria, advierten un incremento de precios que se resentirá más en el 2013, pues la cosecha estimada para octubre y noviembre estará muy reducida por la sequía.
Por eso, es posible afirmar que el actual gobierno tiene suerte. Para el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), la economía mexicana mantiene un ritmo de avance razonablemente bueno. Si se considera el crecimiento anual acumulado registrado por el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) en los primeros cinco meses del año, que fue de 4.6 por ciento, medio punto porcentual por arriba del avance observado en igual lapso del 2011.
En su Análisis Económico Ejecutivo, se observa la fortaleza alcanzada por el mercado interno. Así lo muestra la creación de 503 mil nuevos puestos de trabajo formales urbanos en la primera mitad del este año, 121 mil más que en igual periodo del 2011, y que se reflejó en una mejora importante en las ventas al menudeo. Este entorno en el que el mercado interno parece fortalecerse, abre un amplio margen de acción para agilizar la instrumentación de los cambios que requiere la economía y aislarnos cada vez más de los desequilibrios externos o, por lo menos, blindarla de tal manera que los efectos no sean realmente tan severos.
Las consecuencias de la sequía estadounidense pues no tuvieron, por ahora, las consecuencias que hubieran tenido en otro momento. Además para cuando se sientan, el gobierno del presidente Calderón tendrá meses de haber dejado de serlo. O sea, estaba de suerte.
Foto:Ambientación