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Oaxaca, Oax. 17 de junio 2012 (Quadratín).- Nuestro análisis sobre las asambleas de los pueblos originarios de Oaxaca nos conducen a concluir que dichos pueblos viven en una democracia comunitaria. Esta democracia comunitaria es muy diferente a la democracia liberal y a la democracia republicana. Estas tres formas de existencia de la democracia tienen su fundamento en el comunitarismo, en el liberalismo y en el republicanismo, teorías políticas vigentes en estos momentos en nuestro Alexis Tocqueville en su libro La Democracia en América, nos dice que en el seno de la comuna se ve dominar una política real, activa, enteramente democrática y republicana, luego entonces, en la democracia comunitaria se tiene un sentido de pertenencia que tiene su vinculación a la memoria colectiva y a las tradiciones de los pueblos. Por ello, la comunidad no es sólo un sentimiento compartido que distingue a sus miembros frente a los demás; la comunidad es, al mismo tiempo, un modo de entender e interpretar la realidad y el lugar que el individuo tiene en su entorno. Siendo más precisos, la comunidad es una parte constitutiva de la identidad de la gente, los miembros de los pueblos, por ese motivo, deben concebir su propio ser como una extensión de la comunidad de la que forman parte. A diferencia del liberalismo en la comunidad se tiene la prioridad de lo colectivo sobre lo individual, en el entendido que sólo en la colectividad se puede realizar plenamente la individualidad de los ciudadanos.
Las modificaciones realizadas a la Constitución Política del Estado de Oaxaca desde 1995 y reafirmadas con la aprobación de la Ley indígena de 1998, denotan la sensibilidad de las autoridades estatales para situarse a la vanguardia del comunitarismo en América Latina, y su preocupación por crear una base jurídica que, en un diálogo complejo con la Constitución de la República y sus normas auxiliares, genere condiciones y posibilidades fácticas para dar lugar a la autodeterminación de los pueblos indígenas.
Con la ley indígena se ha creado un firme piso legal para la realización de elecciones locales que respetan formas ancestrales del auto gobierno indígena.
El sistema de usos y costumbres muestra su pertinencia y vitalidad en los siguientes hechos: en 1995, 412 municipios se adscribieron a esta forma de elección, en 1998 se agregaron 6, y, desde entonces, ninguno ha optado por el sistema que regula las elecciones por partidos, en el que se inscriben 152 municipios de Oaxaca. Tenemos, así, que el 73% de los municipios oaxaqueños rigen su vida política a través del sistema de asamblea electoral, lo cual representa una formación cultural con enorme vigor y trascendencia.
En la investigación pudimos presenciar cambios políticos de gran envergadura, que rechazan, de entrada, la visión de un sistema estático y monocorde, como lo han visto, de manera unilateral, los críticos liberales y neoliberales de los usos y costumbres, o, en el otro extremo, los tradicionalistas acérrimos.
Encontramos un sistema plural y multicultural, que tiene diversas formas de asamblea o de gobierno comunitario-, y se ha formado, en buena parte, como producto de las grandes transformaciones que se viven en la globalización. La persistencia de los gobiernos comunitarios forma parte de la dialéctica entre aldea global y localidad.
Destacan, por su influencia, los cambios provocados por la migración, que, con sus remesas, sus préstamos culturales, sus redes sociales, su recreación cultural en el extranjero, y sus organizaciones de defensa laboral, están alentando cambios importantes en los lugares de origen, a través de transformaciones en la cultura política, la acción social y las formas de ejercicio del poder en las municipalidades.
Los cambios ocurridos en la actitud y la participación de las mujeres, es, tal vez, lo más impactante que está ocurriendo en las comunidades oaxaqueñas, ya que la centralidad que han adquirido en el ámbito de la sobrevivencia familiar, más sus funciones como sujetos productivas, beneficiarias de programas sociales, y participantes indispensables en la vida social y política comunitaria, las ha colocado en un intenso proceso de adquisición de ciudadanía y de autonomía.
La ampliación de ciudadanía es el proceso político más importante que están viviendo, en la actualidad, las comunidades oaxaqueñas. De ahí se deriva una expansión de la vida social, mayor densidad en los procesos de toma de decisiones, y procesos complejos de democratización, que adquieren diversas expresiones.
La visión que presentamos tiene que ver, también, con la voluntad y el trabajo de investigadores y técnicos que procedieron a diseñar y aplicar la encuesta que concentra la información de 418 municipios. En este esfuerzo han participado, investigadores de American University, la dirección y los técnicos del Instituto Estatal de Educación para Adultos, e investigadores de la Universidad Benito Juárez de Oaxaca.
Hemos reflexionado sobre la forma en que los pueblos indígenas de Oaxaca están revitalizando sus identidades y procedimientos políticos, a través de adaptaciones, acuerdos y conflictos internos; es una forma de reafirmar el valor de sus culturas, y de exponer la dinámica de una sociedad cambiante, que debe afrontar, localmente, las consecuencias del empobrecimiento del medio rural mexicano; eso integra a Oaxaca con las grandes corrientes migratorias que se producen a nivel mundial, y con el reconocimiento de la mujer, que pone sobre la mesa el tema de la equidad de género; se extiende así el universo de formas de hacer política en las comunidades indígenas, y, como ha ocurrido a través de 5 siglos, mantener y fortalecer su identidad profunda, haciendo de Oaxaca, en un alto sentido, parte de la esencia cultural de México y de una nueva expresión de la democracia mucho más deliberativa, participativa y sobre todo arraigada en la conciencia de los pueblos indígenas.