
Entre las apariencias y la realidad
Oaxaca, Oax. 27 de mayo 2012 (Quadratín).-Cabe preguntar sobre la dirección y legitimación de los resultados de las asambleas comunitarias, las dos funciones son cruciales para que las autoridades nombradas puedan tener consenso por parte de la ciudadanía, y operen con legitimidad en el ejercicio de su autoridad.
En primer lugar, se trata de que la asamblea tenga una plena libertad de deliberación, para lo cual se le confiere una función de liderazgo a la mesa de debates, o, mejor dicho, al presidente de la mesa de debates. Esto ocurre en 7 de cada 10 casos.
En el 20% de las asambleas es el presidente saliente el que, prácticamente, preside y dirige la asamblea, con la anuencia de sus ciudadanos. En el 5% la conducción se ha conferido a representantes designados por el Instituto Estatal Electoral, y son, seguramente, situaciones en donde ha existido conflicto con anterioridad, o en donde se han tensado tanto las opiniones y fuerzas, que se ha hecho necesario solicitar la intervención de un árbitro externo, que presida y modere los debates y cuente con autoridad para dar validez a las decisiones que ahí se tomen.
La confirmación o validación de los resultados es el paso final de las deliberaciones y decisiones que se han tomado en asamblea. Aquí se diversifica la validación de los resultados, e intervienen, de forma más o menos igualitaria, los siguientes actores: un tercio de las asambleas transfiere el poder de formular el acta de resultados y turnarlo a las autoridades del ayuntamiento saliente; un tercio se pronuncia porque dicha acta la formulen y den a conocer el presidente y los responsables de la mesa de debates; y en la tercera parte restante, se opta porque sea en el lugar en que se ha efectuado la asamblea en donde se formule el acta y se ratifiquen los resultados con la firma de todos los ciudadanos que han participado en ella.
Esto nos habla, también, de 3 niveles de confianza entre asamblea y el ayuntamiento que termina su mandato. Uno de confianza total, en donde el acta es solamente un requisito administrativo para dar a conocer al exterior el nombramiento del nuevo cabildo; otro en que existe una confianza intermedia, no se niega la autoridad del ayuntamiento, pero a ésta se le agrega el poder de representación que se ha conferido a la mesa de debates; la confirmación del nuevo cabildo se expresa en el poder compartido entre la autoridad saliente y los testigos nombrados para presidir la asamblea; en el tercer caso existe una desconfianza muy alta con respecto a la autoridad saliente; ahí, es la asamblea la que toma el papel de sujeto con poder y derecho para dar a conocer el nombramiento del nuevo cabildo, haciendo a un lado a la autoridad que termina y hasta a la mesa de debates.
No se encuentra una relación entre tipo de asamblea y preferencia por una u otra forma de notificación de los nuevos nombramientos a la autoridad central, lo cual puede interpretarse de la siguiente forma: en todas las formas de asamblea se cuenta con diversos niveles de confianza hacia la autoridad saliente; y éstos van, desde una confianza plena, hasta una actitud de crítica o de desplazamiento de los salientes ante la autoridad que emana y tiene la legitimidad otorgada por la asamblea.
No se trata de una actitud de rechazo tajante hacia la autoridad saliente, sino, tal vez, de formas culturales de hacer las cosas: unos toman el cambio del cabildo como un ejercicio administrativo, mientras que para otros es el nombramiento de una nueva autoridad, investida por el poder que emana de la asamblea.
Sobre los Asuntos que discuten en la asamblea electoral es muy importante para poder evaluar y caracterizar la base o fundamentos de acción de nuestros municipios, y para establecer los vínculos que existen entre participación y democracia.
Tenemos, por una parte, los temas que importan o se presentan a la discusión de las asambleas: Cuando se establecen temas sobre administración, desarrollo y personalidad o autoridad que se pondrá al frente de los municipios, encontramos que el tema que tiene mayor interés es el relacionado con el tipo de personas que serán nombrados, y los atributos de aquellos que pueden ser postulados y elegidos a puestos de autoridad. En un segundo plano se encuentra la evaluación del cabildo saliente y la crítica a grupos que funcionan al interior del municipio.
Como tema casi no tocado se encuentran las demandas o propuestas planteadas hacia el nuevo cabildo.
El tema de las personas se considera primordial para la discusión sobre el futuro del municipio, mientras que los problemas y demandas hacia las nuevas autoridades se omiten o se quedan para otro momento. Con esas percepciones y actitudes se reduce el campo de influencia que la comunidad puede tener sobre sus ayuntamientos, ya que el centro de interés gira en torno a personas y, si acaso, en torno al prestigio que éstas se han ganado y que les otorga su comunidad. El prestigio proviene, a su vez, de la conducta honorable y la cantidad e importancia de los cargos realizados en la localidad, o, también, de las relaciones, capacidades y destrezas adquiridas en el ámbito laboral o político. El campo de la calidad de la administración, o la exposición de los problemas prioritarios que debe atender el nuevo gobierno, son desestimados como asuntos que deben ventilarse en la asamblea electoral.
Se puede suponer que la asamblea concentra todo su esfuerzo en postular y condensar el esfuerzo sobre las personas con mayor prestigio o más capacitadas para desarrollar las funciones del cabildo, y que no deben mencionarse temas que pudiesen distraer dicho propósito.
Pero también es posible pensar en la presencia de una cultura centrada en la persona, de tipo voluntarista o hasta mesiánica, cuyos principios arraigan en el concepto de que el buen gobierno y la posibilidad de resolver los rezagos que tiene el municipio dependen de la voluntad y el perfil de personas honestas y bien intencionadas, y que, por consecuencia, basta con realizar un buen ejercicio de selección para asegurar la designación del mejor cabildo, el cual actuará apegado a los buenos deseos (por cierto, muy escasamente expresados) de la asamblea.
Si la comunidad ha construido mecanismos e instituciones para planear, dar seguimiento y evaluar el desarrollo, y los utiliza en un ambiente tan libre y participativo como lo hace para expresar sus intereses y deseos sobre la formación del cabildo, es totalmente válido que en el acto de nombramiento la discusión se centre en la selección de las personas idóneas para cada puesto del ayuntamiento.
Sin embargo, si no existen o son muy precarias las instituciones para planear, evaluar, programar y distribuir los recursos que se aplican en el municipio, entonces la asamblea electoral queda reducida a escoger personas, que llevan el emblema de que sabrán realizar un gobierno eficiente, justo y con noción de futuro. Desde esa perspectiva, cualquier cosa puede pasar con el cabildo; puede ocurrir que realice un trabajo medianamente eficiente, así como social y territorialmente distributivo; o puede ser algo muy distinto, que se realice una actividad administrativa deficiente, sin procurar ningún tipo de equilibrio en el ámbito social y entre sus localidades.
Ahora bien, la discusión de la asamblea electoral, vista a través de las opiniones que nos dieron en los cabildos, es muy interesante. Para empezar, encontramos la misma pauta que se ha descrito: se discute sobre personas, y no sobre problemas o prioridades de la comunidad. Segundo, no se encuentran diferencias importantes entre los temas abordados por los municipios tradicionales y no tradicionales. Tercero, si hay alguna diferencia digna de mencionar, es que, en cuanto a temas, los municipios tradicionales son mucho más abiertos para tratar asuntos relativos a personas, problemas y prioridades que los no tradicionales. Esto es muy significativo, porque indica que las asambleas tradicionales, cerradas en cuanto a participación, suelen ser más abiertas en cuanto a la libertad y amplitud de temas y demandas que se expresan; podría decirse, así, que la (mayor) participación no es sinónimo de (mayor) capacidad de propuesta y demanda por parte de la asamblea, sino que participación y propuesta de acción para el cabildo se relacionan de un modo más diversificado.
Foto:Ambientación