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Oaxaca, Oax., 08 de enero de 2012 (Quadratín).- El estado de Oaxaca no aparece en el mapa de la literatura nacional, sostiene Efraín Velasco Sosa (Oaxaca, 1977), Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2008, con el poemario & mi voz tokoma.
Remata su aseveración con una anécdota: Cuando m entregaron el premio uno de los jurados preguntó: ¿Cómo es que hay poesía en ese estado tan empobrecido?
El territorio oaxaqueño sólo aparece en prensa nacional por desastres naturales que cuestan vidas humanas o por delitos truculentos cometidos por políticos locales. En aquel 2008, año en que se le entregó el premio Elías Nandino, la capital del estado recién salía de un movimiento popular.
Oaxaca no aparecía en el mapa poético del premio Elías Nandino, mi nombre menos, sostiene Velasco Sosa. Todos esperan que un poeta oaxaqueño a la menor provocación saque en su trabajo chapulines y nopales, milpas: como si la tradición de la poesía no diera para más, apunta.
Sobre las influencias literarias en su generación, sostiene el poeta: No podría hablar por mi generación literaria, asumo mi quehacer de manera personal y reconoce en su trabajo la influencia de Xavier Villaurrutia y José Lezama Lima.
Para Efraín Velasco el lenguaje es una realidad sobre la cual la poesía tiene que trabajar, como lo decía Ezra Pound. Y agrega: Así como lo pedía Efraín Huerta, al sostener que la política es una realidad sobre la cual el poeta tiene que trabajar; de la misma forma el poeta tiene que enfrenarse a su realidad cotidiana.
Menciona que en esta era de la revolución informativa, de internet, los medios masivos de comunicación influyen sobre el lenguaje: esa es otra realidad, la mediática, que los poetas tienen que ver y trabajar, apunta.
& mi voz tokoma (Fondo Editorial Tierra Adentro, 208), es un poemario formado de tres partes: en la primera trabaja el texto como palabra escrita, son poemas para ser leídos en silencio y no en voz alta; en la segunda parte trabaja con la oralidad, de alguna manera son poemas sonoros, y la tercera parte la conforma una combinación de las dos primeras: las dos partes del lenguaje, palabra y grafía, menciona.
Concibe la poesía como la escritura hecha para los contemporáneos, sin alejarse de una relectura de la tradición. Considera la experiencia de la lectura como una estética de la recepción, el lector es el que arma el poema, el que le otorga la solución al poema, dice convencido.
Cuando se le menciona que su poesía podría ser calificada de audaz en el uso de formas y lenguaje literario, ataja: No podría calificar a mi poesía de audaz, eso lo pueden hacer otros, yo no.