
Elección judicial: Entre la degradación y la plenitud democrática
Celestino Robles (Colaboración)
Oaxaca, Oax. 20 de noviembre del 2011 (Quadratín).- A un año que iniciara sus gestiones como gobernador del estado sureño de Oaxaca, el aliancista Gabino Cué Monteagudo rindió su primer informe de gobierno hace algunos días en un incipiente acto en el que mediante un discurso leído completamente, dijo al pueblo oaxaqueños que los avances en Oaxaca van, como se dice coloquialmente viento en popa.
El entusiasmo y optimismo del mandatario del estado parece estar al cien por ciento, porque seguramente vive en otro mundo, donde no existe el descontento y donde los resultados son tan alentadores como él las quiere percibir, o como se lo informan, un Oaxaca con vista al desarrollo y haciéndole frente a la inmensa pobreza que prevalece en ella.
Para todos aquellos que creyeron que con la llegada del supuesto cambio el rumbo de Oaxaca iba a tomar un matiz diferente, creo que hasta ahora se dan cuenta, a menos que no lo quieran reconocer que se equivocaron, Gabino no venía con varita mágica para darle la vuelta a problemas ancestrales de marginación, y sin embargo él se atrevió a decir que los curaría.
Los baches de Oaxaca cada vez son más grandes, y sin necesidad de plasmar cifras en estadísticas, quizá poco creíbles, en la entidad se pueden ver más de cuatro manifestaciones al mismo tiempo, entre dos y tres bloqueos diarios, y no exigiendo una sola cosa, suplicando atención a problemas de toda índole.
Si fuera cierto lo que en los spots publicitarios anuncian sobre los avances, esto no sucedería. Si en realidad se hubiera atendido a la gente en las cantadas audiencias públicas, el gobernador no tendría que saber de descontentos como los que a diario se perciben y además se ven en los corredores de las oficinas donde el despacha.
La descomposición social en este estado tan pobre, ha llegado a grados extremos. Ya nadie se sorprende de lo que puede pasar al día siguiente, es más casi se adivina que cualquiera de los 570 municipios del estado puede arribar a la capital y complementar el cuadro asfixiante que de por sí ya se vive todos los días. La culpa no es de ellos, eso nos queda claro.
Las marchas, los enfrentamientos violentos, los asaltos, el asesinato de mujeres, la violencia que afecta a todos los sectores y niveles de Oaxaca, deberían preocuparle al mandatario estatal, si es que quiere salir más o menos librado del compromiso tan fuerte que hizo con la ciudadanía cuando en el mismo lugar donde recibió la gubernatura, ahora solo muestra palmaditas de consuelo.
Seguramente no tardará el momento en que los errores que se están cometiendo en el gobierno actual, sean reclamados por la sociedad, porque, aunque pareciera que los oaxaqueños sean sumisos, incluso tolerantes, tienen la fuerza y el coraje para reclamar sus derechos, uno por uno, y ya se ha visto en otras ocasiones; los abusos, la represión, la falta de atención, el mal gobierno imperante, la burocracia y las mentiras, pueden ser cobrados por el pueblo a un precio muy alto.
Considerando que el papel del mandatario estatal es dirigir en todos los sentidos a un estado, estamos muy lejos de esta acción, y decir que todo está bien, resulta peor. A menos que no se tenga noción del papel que se tiene que desempeñar, o de plano, no se quieran ver lo graves errores que se cometen.