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Oaxaca, invitado de honor en la FIL de Palacio de Minería
Oaxaca, Oax., 8 de noviembre de 2011 (Quadratín).- Noé Hernández, el actor que personifica a Lino Valdez, el narcotraficante que se apodera de la vida de Laura Guerrero (Estephanie Sigman) en la película Miss Bala, y la convierte en su operadora en el negocio de la droga a cambio de convertirla en Miss Baja California, admite que su personaje queda muy mal parado en estos tiempos de equidad de género. Sin embargo, ataja, el cine es el espejo de la realidad y es un hecho que siguiendo los dictados de la televisión desde los cinco años muchas niñas desean ser misses.
Tras asistir a la proyección de la cinta Miss Bala en el teatro Macedonio Alcalá, y luego de participar en una conversación sobre narcotráfico con el periodista Diego Osorno, al inicio de la XXXI Feria Internacional del Libro de Oaxaca, Noé Hernández, en entrevista, habló sobre la realización de Canana Films dirigida por Gerardo Naranjo que representará a México en la próxima entrega de los premios Óscar.
-Miss Bala: la realidad supera a la ficción
-Sí, con mucho.
-¿Cómo le ha ido a Miss Bala en tiempos de equidad de género y, sobre todo, a su personaje
Lino Valdez?
-Creo que ahí sí tenemos un gran problema porque incluso ha habido gente que nos pregunta por qué tratamos a la mujer así; que es una película machista, misógina, la verdad es que nunca fue la intención. Gerardo Naranjo, el director, trató de reivindicar a las misses, sobre todo cuando pone a Irene Azuela que es la que pierde en el concurso, muy inteligente, estaba cuidando un poco la femineidad. La cinta as un poco misógina, pecamos tal vez en ello, pero también es cierto que las mujeres y en general todos seguimos los dictados de los medios de comunicación y que las niñas a los cinco años ya se andan maquillando porque quieren ir a un concurso de belleza, quieren estar en la televisión.
-¿El cine como vehículo de conciencia social y denuncia?
-Sí, por supuesto, creo tiene que ser, es una obligación del cine hablar de lo que somos de lo que padecemos como sociedad.
-Para el periodista es un peligro abordar el tema del narcotráfico en México, ¿y para los que hacen cine?
-Hasta ahorita a mí no me ha tocado, espero que no. Lo que sé es que hace un par de años mataron en El Salvador a Christian Poveda, un cineasta franco español que hizo un documental de los maras, los mismos maras lo asesinaron. Entiendo que de momento este tipo de películas puede ser un arma de doble filo.
-¿Hay quien reclame hoy en día que cintas como Miss Bala o El infierno alejan la inversión y el turismo de México?
-Sí. Nos han llegado ese tipo de críticas pero no es nuestra culpa, en vez de reclamarnos a nosotros hay que reclamarle a nuestro gobierno, nosotros sólo mostramos lo que vemos y vivimos. Ya no somos como antes una dependencia de la Secretaría de Turismo.
-¿Alguien se aterra aún en México con la violencia de las escenas de Miss Bala o El infierno?
– Sí, creo que sí, aunque, híjole, también creo que se nos hace tan común la violencia porque la vemos todos los días en los medios de comunicación que nos estamos acostumbrando a ella. Hay que preocuparnos por lo que nos está pasando.
-¿Hay pudor en el cine para abordar el tema del narco?
-Sí hay pudor, o por lo menos recato. Gerardo Naranjo no quiso repetir la forma de Luis Estrada (en la cinta El Infierno) de cortar manos y orejas como lo vemos en los medios de comunicación, por el contrario, él quiso ser lo más coherente para no fomentar la narco cultura. Tuvo mucho pudor, en Miss Bala no ves un churro de mota, una línea de coca, o escenas en el antro, huyó de esos lugares comunes porque sabía que la iba a ver mucha gente.
-¿Qué le dicen a usted 50 mil muertos en cinco años en este país?
-Me habla de una completa deshumanización, estamos perdiendo el valor de la vida, nos ha rebasado tanto la criminalidad y la sangre que a estas alturas un muerto más pareciera lo más común.
-¿Qué le diría al presidente Felipe Calderón si pudiera hablar con él?
-Híjole, para empezar creo que ni siquiera lo podría ver. De plano.
-Muchas gracias.