Un siglo por la paz
Oaxaca, Oax. 15 de marzo 2011 (Quadratín).- En la vida todos experimentamos muchas transformaciones, unas de mucho gozo, otras de sufrimiento; unas por la edad, por necesidad, por la suerte o provocadas por uno mismo.
De joven a adulto y de adulto a la vejez. De estudiante a profesionista y de profesionista o profesional a líder o servidor público.
En la historia de Oaxaca han existido múltiples personajes que desde hace años se han identificado como actores sociales que lo mismo marchaban, hacían plantones, bloqueaban carreteras, invadían terrenos, retenían a servidores públicos, tomaban palacio municipales, etcétera.
Todo en nombre de la lucha social, la reivindicación de los derechos de los marginados o para combatir la pobreza de las comunidades.
Todas estas organizaciones, al amparo de la ley, han sido beneficiarias de los programas gubernamentales, lo mismo de vivienda, maquinaria agrícola, regularización de la tenencia de la tierra, procampo, becas, despensas, como de incorporación a cabildos; una suma indeterminada de beneficios del erario público o de la negociación política.
Algunos de estos liderazgos decidieron orientar su esfuerzo en los últimos meses-años para impulsar la bandera de la transición democrática que postuló Gabino Cué; unos bajo el manto ciudadano, otros bajo las siglas de un partido político.
Hoy en día, esos liderazgos fueron convocados para asumir la alta responsabilidad de ser servidores públicos, lo mismo como secretarios que como subsecretarios, directores o coordinadores.
Es decir, fueron convocados a ser gobierno, no a seguir fungiendo como líderes sociales.
Ahora sus actos están regidos por la ley, que establece que sólo pueden hacer lo que la ley les autoriza y deben hacer lo que la ley les ordena. Quiénes serán responsables por los actos u omisiones en que incurran en el desempeño de sus respectivas funciones.
Como ciudadanos tuvieron que hacer lo que la ley no les prohibía, aunque con sus actos muchas veces violaban los derechos de terceros y se ubicaban al filo de la ilegalidad.
Esta es una transformación que los líderes sociales deben asumir con mucha responsabilidad; como servidor público no es dado el participar en acciones electorales, en la constitución de organizaciones político y sociales, en asumir posiciones partidistas para gobernar; hacer proselitismo a favor de partidos político alguno, en provocar conflictos entre pueblos.
Deben recordar y mantener muy presente que, cuando protestaron el cargo, se obligaron a guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen, y cumplir leal y patrióticamente con los deberes del cargo que el estado les ha conferido.
Asimismo deberán conocer a profundidad la Ley de Responsabilidades que señala que se aplicarán sanciones administrativas a los servidores públicos por los actos u omisiones que afecten la legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad y eficiencia que deban observar en el desempeño de sus empleos, cargos o comisiones.
No debe ser difícil transformarse de líder a servidor público cuando se cumple con claridad los postulados de la ley y cuando se busca el bien común, pero primero hay que asumirse como gobierno y conocer sus límites y limitaciones.