La Constitución de 1854 y la crisis de México
Oaxaca, Oax. 9 de diciembre de 2010 (Quadratín).- En pasadas entregas he tratado diversos temas relacionados con el cáncer, siempre desde el punto de vista médico, terapéutico y psicológico. Durante mi trabajo como Psico-Oncóloga en Oaxaca, he encontrado muchos casos que demuestran el impacto que tiene esta enfermedad en mujeres indígenas de bajos recursos económicos.
Para ilustrar el problema y el impacto del mal en este vulnerable sector de la población oaxaqueña, presento el siguiente testimonio de una indígena perteneciente a la región del Papaloapan, quien fue diagnosticada de cáncer de mama y autorizó que su historia fuera relatada con el fin de concientizar a la población de todo lo que implica padecer esta enfermedad y que se tomen las medidas preventivas necesarias, tanto por parte de la sociedad como de los profesionistas.
A petición de la paciente se cambió su nombre en la historia.
Juana y el cáncer de mama
La simple palabra se impactó como estampida en su mente. Se paralizó, el cuerpo no le respondió, un sudor frío corrió por su frente, por un momento sólo vio hablando al médico, quien no tuvo el mínimo tacto para decirle que tenía cáncer.
Juana no entendía del todo su enfermedad, pero el tono que utilizó el doctor la asustó mucho más. Después de eso, la presencia de la muerte a sus 46 años era constante, el miedo se acrecentaba al sentir que sus cinco hijos quedarían abandonados.
Antes del diagnóstico, Juana nunca pensó ser parte de las estadísticas de mujeres con cáncer, aunque sí había escuchado sobre el cáncer de manera parcial a través de la televisión y visto algunos casos aislados en su pueblo. Alguna vez se examinó el seno, pero siempre se dijo que a ella no le tocaría.
Pero lo que nunca comprendió y nadie le explicó, ni siquiera el médico que le dio la mala noticia, fue el por qué le apareció la enfermedad y el haberla detectado en una etapa avanzada: IIIB, si en más de una ocasión la revisaron no detectando nada grave.
La noticia del cáncer no sólo le cambió radicalmente su visión de la vida y la muerte, sino que tuvo múltiples pérdidas, empezando por la salud, la independencia y autonomía (necesitaba ayuda para hacer ciertas actividades), lo que la hacía sentir inútil.
Después de la impactante noticia, lo que siguió fue el rechazo de su esposo, quien la catalogó como inservible como mujer, además del rechazo obtuvo el desprecio de su pareja al grado de otorgarle a regañadientes el dinero para transportarse a la ciudad de Oaxaca a recibir sus tratamientos.
También experimentó cambios corporales me sentía muy fea, sin seno, sin cabellos, delgada y pálida.
Así mismo, sintió el rechazo de su comunidad, puesto que cada vez que iba al río a bañarse la gente murmuraba, lo que la hacía sentir triste y se aislaba.
La quimioterapia fue para ella lo más difícil, puesto que la hacía sentir cansada y con mucho vómito, en algún momento pensó en dejarla, sin embargo, las ganas de seguir adelante y luchar la ayudaron a no desistir. Muchas veces se preguntó ¿Por qué a mí? no encontrando una respuesta.
A todo eso, se sumaron los problemas económicos, ya que dejó de vender tortillas, pues no podía acercarse a la leña, lo tenía prohibido por los médicos. Aunque el tratamiento fue gratuito tenía que conseguir dinero para el transporte y para la estancia mientras terminaba los tratamientos.
Los sentimientos que experimentó Juana fueron desde la tristeza, enojo, frustración, soledad, inutilidad, impotencia, ansiedad, miedo y culpa.
Lo que la ayudó a salir adelante fueron sus ganas de vivir, valentía, la motivación que le daban sus hijos, la esperanza y el apoyo en la fe. Además fue atendida psicológicamente y participó en grupos de apoyo, lo que la ayudó a no sentirse sola con su problema y a fomentar sus propios recursos, replanteándose su amor por la vida.
Hoy, Juana ha concluido sus tratamientos y acude a citas de control, lo que brinda esperanza a muchas mujeres que ahora están luchando para vencer el cáncer.
La historia de Juana puede servirnos para darnos cuenta que aunque en México hay avances en relación a la prevención y el tratamiento del cáncer, nos falta mucho camino que recorrer, sobre todo en poblaciones vulnerables, ya que existen todavía debilidades tanto en los profesionales que manejan este tipo de pacientes, como en los distintos programas sociales enfocados a ello.