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Oaxaca, Oax. 17 de mayo de 2010 (Quadratín).- Hasta ahora la estrategia trazada por la Coalición Unidos por la Paz y el Progreso para ir consolidando las preferencias electorales de los oaxaqueños hacia su candidato a gobernador, Gabino Cué Monteaguado, ha permeado en forma favorable hacia un sector del electorado, sobre todo entre los sectores agredidos por los sucesos del 2006 , en aquellos que siempre han votado en contra del PRI así como entre los militantes y simpatizantes de los partidos coaligados.
Al centrar sus discursos de precampaña y campaña para criticar el carácter autoritario y corrupto del régimen ulicista, Gabino Cué se ha convertido en portavoz de ese amplio sector de ciudadanos que votaron por él en el 2004, que en el 2006 intentaron un cambio político por la vía de la movilización popular y que ahora anhelan el fin del viejo régimen y la alternancia en el gobierno del estado.
Sin embargo, a fuerza de ubicar como el principal adversario a URO parecería que es el adversario a vencer para el 4 de julio.
Lo es en la medida que una derrota del candidato del PRI, Eviel Pérez Magaña, significaría la derrota de URO y de su proyecto de continuismo transexenal.
No es así si se toma en cuenta que la estrategia del PRI es intentar deslindar a su candidato de la agenda negra del ulicismo e incorporar en su proyecto de gobierno temas que fueron transgredidos u olvidados por el gobierno en turno: transparencia, inseguridad, derechos humanos, magisterio,gobernabilidad, impulso a la educación ,etc.
La gran debilidad de estas propuestas es que generalmente han sido enunciativas cuando no demagógicas como han sido los casos de su oferta para acabar con la opacidad de todos los niveles del gobierno del estado, el respeto a los derechos humanos o la exención del pago de la tenencia vehicular.
De hecho, desde antes del inicio formar de las precampañas, en sus giras que como precandidato único del PRI realizó por las ocho regiones del estado, Pérez Magaña ofreció y prometió solucionar todos los problemas sociales, económicos y políticos de de Oaxaca en un solo sexenio, en un alarde de que como delfín de URO todo lo podría resolver con el solo hecho de invocar su nombre.
Una precampaña y campaña poco novedosa y a final de cuentas diseñada para continuar con la vieja escuela electoral del priísmo: vender todo tipo de promesas al electorado sembrando esperanzas de que ahora no habrá olvido y que los grandes problemas de Oaxaca serán atendidos.
Quizá para evitar polemizar sobre estos temas, o porque no se ha valorado en su exacta dimensión el impacto que pueden tener entre el electorado indeciso este tipo de promesas, la Coalición Unidos por la Paz y el Progreso y su candidato a gobernador no ha abierto una línea de debate público y mediático sobre la agenda evielista.
A falta de una debate formal entre los candidatos a la gubernatura, pero sobre todo entre los dos mejor posicionados, las plazas públicas y los medios de información se pueden constituir en una importante tribuna para la confrontación de ideas y propuestas, tan necesarias para que el electorado indeciso sepa distinguir entre lo real y lo virtual, entre el continuismo y el cambio, entre el mas de lo mismo y un proyecto alternativo que ponga fin a la impunidad, la corrupción y el autoritarismo.
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