Obispos de México: Un nuevo horizonte
Oaxaca, Oax. 13 de enero de 2010 (Quadratín).- En la pequeña república de Haití un terremoto de 7 grados en la escala de Richter dejó una enorme estela de destrucción, cálculos preliminares estiman en poco más de 100 mil el número de muertos y casi 3 millones de damnificados.
El país más pobre de América latina que habitualmente se debate entre las crisis económicas y políticas, por el divisionismo, el encono y el saqueo, ahora enfrenta la desolación por los efectos de un poderoso terremoto que sepultó lo mismo a ministros de la iglesia que a funcionarios de la ONU.
La ayuda internacional va en camino, el gobierno mexicano dispuso de ayuda técnica y humana y al menos dos buques armados en los astilleros de Salina Cruz zarparán con víveres para asistir al pueblo Haitiano.
Los efectos del cambio climático a través de las tormentas de nieve y ahora el terremoto en el Caribe nos obligan a replantear nuestra vulnerabilidad frente a las manifestaciones de la naturaleza y los estragos que puede causar en una población desorganizada y poco preparada para enfrentar estos fenómenos.
Los oaxaqueños ya conocemos nuestras debilidades, el 8 de Octubre de 1997 el Huracán Paulina impactó las costas de Oaxaca y dejo una estela de muerte y destrucción en la costa y en la Sierra Sur.
Dos años después, el 29 de septiembre de 1999 un terremoto de más de 7 grados en la escala de Richter sacudió a nuestra entidad y causó destrucciones en más de mil 800 localidades de toda la entidad.
En las dos catástrofes los oaxaqueños conocimos la solidaridad internacional, gobiernos, organizaciones civiles, voluntarios e instituciones de varios países acudieron en auxilio de nuestros paisanos y nosotros mismos nos organizamos para ayudar.
Desafortunadamente estos sucesos parecen no ser suficientes para que el gobierno y las comunidades asuman su responsabilidad en la construcción de una verdadera cultura de protección civil.
Hasta ahora las pocas acciones que se han realizado están marcadas por la improvisación, el desorden la falta de seriedad y el ejemplo cunde y la respuesta de la sociedad parece ser en la misma proporción.
No lo deseamos pero puede suceder, vivimos en una zona sísmica, cerca de mil temblores sacudieron al estado el año pasado y nuestra ubicación frente al océano pacífico nos convierte en zona de peligro en temporada de huracanes y la lección de la década pasada parece que no fue suficiente, al contrario, pareciera que cada día existen menos acciones de capacitación y organización para enfrentar la fuerza de la naturaleza.
Pero eso sí el director de protección civil ya tiene camino recorrido para ser candidato a diputado. Esa si es previsión.