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Oaxaca, Oax., 21 de noviembre de 2009 (Quadratín).- La Cámara de Diputados demostró que en sus dominios pueden suceder cosas increíbles, como que los minutos se detengan y se apruebe un documento inacabado.
¿Quién firmaría un contrato para vender su casa sin enterarse cabalmente de su contenido? ¿Alguien aceptaría firmar la escritura de compra-venta sabiendo que el texto está plagado de errores y confiando en la promesa de que después serán corregidos? ¿Quién sin estar loco o ser un engañabobos podría decir que tal día es viernes 13 cuando en realidad es martes 17? Aunque usted no lo crea, eso fue lo que hicieron el martes pasado 437 de los 500 legisladores federales que integran la Cámara de Diputados.
Cualquiera que quiera saber hoy qué fue lo que finalmente se aprobó en la madrugada del martes, no podrá enterarse.
En realidad, nadie lo sabe a ciencia cierta porque no se ha terminado de redactar el documento final.
Y es que otro de los múltiples absurdos que llevaron a cabo los legisladores de todos los partidos fue autorizar a la mesa directiva de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública para realizar las adecuaciones de cálculo y los ajustes de cifras y cantidades que resultaren en plena correspondencia de las modificaciones o adiciones aprobadas por la asamblea.
Si esto es de por sí grave e ilegal, no es lo más trascendente y perjudicial de las decisiones que tomaron el pasado fin de semana la mayoría de los diputados de todos los partidos políticos.
Lejos de reducir el excesivo gasto corriente del gobierno, como habían dicho, los representantes populares solamente reclasificaron 3 por ciento del presupuesto total. De hecho, la propuesta de gasto público del presidente Felipe Calderón no solamente no se redujo, sino que fue aumentada por los diputados en un vergonzoso e irregular proceso de rebatinga.
Ésta es la historia.
Cuando el tiempo se detuvo
El tiempo se les venía encima. No había acuerdos y era viernes 13.
El presupuesto para el ejercicio fiscal de 2010 debía quedar aprobado a más tardar el domingo 15, pero la falta de acuerdos tenía paralizada a la Cámara de Diputados.
Si no tomaban decisiones, el Presupuesto de Egresos de la Federación sería idéntico al de 2009.
Esta vez, las principales diferencias y desacuerdos no venían de las bancadas de oposición. Ni siquiera eran desavenencias entre el PAN y el PRI. Las disputas se daban al interior del PRI.
La lucha por el botín entre los propios tricolores parecía, y parece, no tener fin. Por eso nunca les alcanzó el tiempo, y tuvieron que detener el tiempo.
No fue sino hasta la madrugada del martes 17 cuando se aprobó el presupuesto. Pero los mexicanos todavía no tenemos acceso a una versión pública de lo aprobado.
Los diputados decretaron comprimir varios días en un día. Convertir los minutos en segundos. Transformar los segundos en nada.
La noche del lunes 16, Gerardo Fernández Noroña, del PT subió a la tribuna y dijo: Todos, los 103 millones de mexicanos, sabemos que es 16 de noviembre y que se ha pasado por encima del mandato constitucional que esta soberanía tenía para aprobar el presupuesto. Si no se aprobó, debe aplicar el presupuesto de este año.
No hay mayor discusión en este sentido.
Pregunto al diputado Francisco Rojas y pregunto a la diputada Vázquez Mota si es cierto que pueden hacer ese portento de detener el tiempo; si es cierto que pueden crear esa maravilla que va en contra de todo el sentido común más elemental.
Y les pregunto, además, si cuando estén en la antesala de su fallecimiento van a poder detener también el reloj y van a tener a la muerte esperando indefinidamente el tiempo que quieran. Les digo que no; no pueden detener el tiempo.
Nadie pudo rebatir al legislador tantas veces calificado como atrabancado.
A pesar de ello, la sesión continuó sin la existencia del tiempo, porque los diputados decidieron adueñarse de él.
La resolución que existió, sin existir
¿Qué juez, qué autoridad administrativa, dicta una sentencia sin que exista la sentencia, sin que exista el acuerdo administrativo? Ninguna.
Hemos empezado a sesionar sin tener íntegramente el dictamen.
Como todos sabemos, están corrigiendo este dictamen. Hay fe de erratas que no hemos recibido, que no conocemos.
Eso decía desde la tribuna, la noche del lunes 16, el diputado Jaime Cárdenas.
Y luego, ¿por qué la ciudadanía le da la espalda a las instituciones? Las instituciones son de caricatura, empezando por esta Cámara.
La Constitución dice, claramente, en el artículo 74, fracción IV, que tenemos hasta el 15 de noviembre para aprobar el presupuesto.
Hoy es día 16, y no hemos aprobado el presupuesto. Es ejemplo también de que en México no existe una constitución normativa, en donde coincida la realidad con la norma.
Cuando logremos que la realidad coincida con la norma, seremos otro tipo de país, seremos un país desarrollado, un país próspero, un país en donde los ciudadanos respetarán a las instituciones, afirmó Cárdenas.
Nadie subió a la tribuna a rebatir al del PT. Nadie podría haberlo hecho.
Los dueños
Quizá lo que sucedió la noche del 16 de noviembre y la madrugada del 17 es que los mexicanos nunca nos dimos cuenta de que la inmensa mayoría de los diputados 437 para ser exactos, además de haberse adueñado del tiempo, también se habían apropiado del presupuesto.
Todavía en la madrugada, el desconcierto y el pánico corrió entre las bancadas cuando el líder campesino Cruz López intentó que se aprobara una propuesta para obtener más dinero para su causa.
Aquello parecía una desconcertante controversia, como la que pudo haber existido cuando Alí Babá y sus 40 ladrones se dieron cuenta de que alguien había entrado a su cueva.
Y es que a lo largo del proceso, lo único que preocupaba a los diputados era atender los mandatos de sus jefes políticos, muchos de ellos gobernadores.
Los priistas Enrique Peña Nieto, del Estado de México; y Ulises Ruiz, de Oaxaca, parecían señores de horca y cuchilla en las decisiones presupuestales.
Lo mismo daban vida a las universidades a control remoto, que autorizaban incrementos presupuestales a la mismísima Secretaría de la Defensa Nacional.
¿Reducir el gasto? ¡Ni de locos! Por el contrario, el gasto público aprobado fue superior al solicitado por el presidente Calderón.
¿Reducir el gasto corriente, tal como habían ofrecido? Esa decisión se tomará después. Será en marzo de 2010 cuando la Secretaría de Hacienda les presente un plan.
El diputado priista Luis Videgaray admitió que lo que realmente hicieron fue reclasificar el gasto. Quitar de aquí, para aumentar allá.
Todos los grupos parlamentarios representados en esta Cámara de Diputados han aprobado un dictamen que implica, si esta soberanía así lo decide, reasignar un monto superior a los 90 mil millones de pesos, explicó.
Los 90 mil millones apenas y representan 3 por ciento del presupuesto total, que se ha triplicado en términos nominales en la última década.
Este esfuerzo (de reclasificación), ¿en qué redunda hoy?, preguntó ufanamente el ex secretario de Finanzas de Enrique Peña Nieto desde la tribuna.
Redunda en un dictamen que esta Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública pone a consideración de ustedes por unanimidad.
Estamos convencidos de que a través del diálogo, a través del empeño en la construcción de los acuerdos, podemos construir un presupuesto responsable, un presupuesto que promueva el crecimiento, dijo Luis Videgaray.