Diferencias entre un estúpido y un idiota
Administrar la pobreza
OAXACA, Oax. 17 de mayo de 2015.- Hemos sostenido que la pobreza es un asunto político y no social, desde su planteamiento, como de su origen y solución. Lo interesante es saber el por qué se volvió un problema político y más en un régimen democrático. Un primer elemento que puede explicar este fenómeno es el miedo a la pobreza, en muchos casos se tiene más miedo a la pobreza que a la propia muerte, porque la pobreza en un sistema generalizado de producción de mercancías, significa impotencia del deseo y de la voluntad para verse satisfechos, esta impotencia del vivir en un mundo mercantil plantea necesariamente una demanda política inmediata a los gobiernos.
En su sentido genuino la pobreza, si es acorde a la naturaleza, puede ser concebida como una gran riqueza. Así, sólo se es pobre si no se es capaz de evitar el hambre, la sed y el frío, lo demás es creación política de niveles de pobreza para la acción de los gobiernos y de legitimación de regímenes políticos. Evitar el hambre, la sed y el frío no es necesario tocar las puertas de los gobiernos mucho menos de los poderosos. Pero los gobiernos y los poderosos elevan los contenidos de la pobreza para su manejo político. Aceptar la pobreza es someterse a la desdeñosa mirada o a la humillante amabilidad de los poderosos, de las burocracias y de los gobernantes. La enajenación a la ideología de la pobreza es un recurso de dominación de los gobernantes. Des enajenar esta ideología es una tesis revolucionaria.
El espíritu de hábitos moderados es suficiente para evitar las necesidades de la naturaleza, son las cosas superfluas por las que se sufre las que angustian al hombre de la modernidad, y estas, para su satisfacción, se requiere tocar las puertas de los gobiernos y las de los poderosos, estos nos devuelven estas peticiones con requerimientos de obediencia. Lo superfluo obliga a los hombres a trabajar con intensidad en la búsqueda de recompensas sociales más que inciertas y cuestionan seriamente la posibilidad de encontrar la felicidad. Los gobiernos modernos y el sistema de producción que les es concomitante, incrementan las cosas superfluas como medidas políticas de dominación, más si son los grandes imperios de gobierno y del capital.
La acción política para combatir esta ideología de la pobreza, es desdeñar en la vida lo superfluo y no emular a los que creemos ricos, por tanto, más felices que los mortales. Con estas acciones se nos despertará la ambición de hacer sólo lo genuino valorativamente. Elevar las aptitudes al máximo y ofrecerlas a nuestros conciudadanos. Habría que emular a los músicos, los pintores, los poetas, el estadista y el científico, trabajan con placer porque hacen lo que quieren y lo que aman, el cansancio al final de la jornada es hasta dulce. No buscan la aclamación de los demás es simplemente una manera de mitigar el hambre, la sed y el frío. Ellos no tienen por qué tocar la puerta del gobierno o de los poderosos.
La ideología de la pobreza es una poderosa herramienta de las burocracias para su propia alimentación, la producen y la reproducen. El discurso es que las administraciones públicas son las únicas en poder aliviar las condiciones de la pobreza, esta burocracia no se atreve a confesar que es impotente para acabar con la pobreza social. Esta es la contradicción del Estado Capitalista, por un lado fomenta la ideología de la pobreza y por el otro, es impotente para resolver su propia creación.
Si la pobreza de lo superfluo es creación de los capitalistas y reproducida por el Estado, entonces se convierte en un asunto de la política, en esta tergiversación de la realidad, entonces la pobreza será responsabilidad y causa del partido en el poder, los partidos opositores manifestarán su deseo de acceder al poder del Estado para acabar con la pobreza. La cuestión será entonces en una lucha por el poder, sin cuestionar que la pobreza nace de las condiciones sociales y económicas, en tal sentido, lo programático sería una reforma de la sociedad y de la economía, cuestión que los partidos no propondrían nunca puesto en eso les va la vida.
Una vez en el poder, el partido gobernante en turno, sólo reconocerá el problema de la pobreza como una deficiencia administrativa, entonces habría que diseñar las políticas públicas más adecuadas y acompañadas por las estructuras administrativas más idóneas. Desde luego, el fracaso es el destino de estas políticas. Los gobiernos y sus partidos llegan a proponer la ley de pobres, disfrazada en otro ropaje legal.
La pobreza se transforma, por su ideología, en una institución nacional, por lo tanto en objeto de administración, que busca no erradicarla, por su impotencia para ello, sino en disciplinar los procesos administrativos para su tratamiento y en eternizarla porque es el fundamento de la existencia de esa estructura administrativa.
A pesar de la buena voluntad de la administración para erradicar la pobreza, no entenderá jamás que la contradicción fundamental entre la existencia de la pobreza y la existencia de esa administración, es el fundamento de la preservación de la pobreza. La pobreza sólo puede ser erradicada al acabar el sustento del Estado capitalista, por eso, sólo la puede administrar.
Carlos Marx, el pensador social de Alemania del siglo XIX, fue muy puntual al señalar que: “Cuanto más poderoso es el Estado y, por tanto, más político es un país, tanto menos dispuesto se halla a buscar la razón de las dolencias sociales en el principio del Estado—o sea, en la actual organización de la sociedad, de la que el Estado es expresión activa, consciente y oficial—-, tanto menos dispuesto se halla a comprender que el Estado es el principio universal de esas dolencias. La razón política es precisamente razón política, porque piensa si salirse de los límites de la política. Cuanto más aguda, cuanto más viva, tanto más incapaz es de comprender las dolencias sociales” (Marx, Carlos. Notas críticas al artículo “El rey de Prusia y la reforma social. Por un prusiano”. En Revista 25 Aniversario INAP. México, 1980, p, 258).
Entonces la pobreza generada por la producción capitalista, que hemos llamado superflua, que es administrada por la burocracia estatal, reproducida políticamente como ideología por el Estado, no tiene solución en los marcos de la propia sociedad capitalista, por tanto, es un objeto administrativo reproducido y ampliado por los gobernantes para su provecho. Mientras más pobreza exista será administrada con grandes recursos del Estado, sin entender que la pobreza en sus términos políticos, sólo será erradicada por los mismos términos políticos que le dan existencia, mientras que la pobreza que nace de la naturaleza de las cosas, será erradicada por el propio hombre con la actitud de trabajar con lo que se tiene, atender al huerto social con las propias capacidades y hacer de la vida digna de ser vivida. Y si la cosecha beneficia a otros, añadiéndoles bienes necesarios, hemos justificado nuestro paso en la tierra y en este mundo. Se entenderá que lo superfluo es superficial y es causa de los males sociales e impide una vida virtuosa.