Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
Uso de Razón
CIUDAD DE MÉXICO, 28 de febrero de 2017.- Desde el gobierno se piensa que la negociación con Estados Unidos debe ser integral pues en materia de seguridad tenemos un fuerte “as” que jugar a nuestro favor e intercambiar por comercio abierto.
Suena bien, pero cuidado, puede ser peligroso.
Lo que la administración Trump busca con México es reeditar el Plan Colombia que tan buenos resultados ha dado en ese país sudamericano.
En Colombia han logrado abatir a los grandes cárteles de las drogas, pero han crecido los grupos criminales que se dedican a la delincuencia común.
Los grupos que prevalecen no tienen capacidad para disputarle la supremacía al estado, pero son un dolor de cabeza para la población.
Y los militares estadounidenses no se han ido de Colombia ni hay fecha para cuándo vayan a dejar ese país.
Trump ha manifestado en reiteradas ocasiones que Colombia es su gran aliado en América Latina, precisamente porque aceptó la presencia de personal militar en su territorio.
Los soldados estadounidenses pueden hacer de todo en Colombia, salvo disparar. Es decir, conducen los helicópteros, guían los operativos, deciden las prioridades, llevan el mando de la estrategia y ordenan cómo y dónde atacar.
Eso es lo que quiere Trump en México: un Plan Colombia.
Dada nuestra experiencia histórica y el bien fundamentado celo por nuestra soberanía, sería inaceptable tener tropas estadounidenses en nuestro país.
¿Ellos van a decidir qué general es comandante de zona militar en tal o cual punto del país y a cuál hay que quitar?
Ni de broma. La seguridad interior es potestad de nuestra nación y por ningún motivo se deben dejar esas decisiones en manos extranjeras.
Por eso tal vez no sea tan buena idea negociar todo “en paquete” con la administración Trump. O sí, con los límites tan enérgicos como el decoro lo mande.
La cooperación en materia de seguridad es indispensable para Estados Unidos y también para México, por esa razón no hay que mover demasiado las cosas.
No podemos castigar hipotéticos aranceles que nos pongan a las hortalizas, con un relajamiento en la vigilancia de presuntos terroristas que quieran usar nuestro territorio.
México ha cumplido de manera sobresaliente en su lucha contra el terrorismo, y eso no es sólo para beneficio de Estados Unidos, sino sobre todo para nuestro país.
¿Qué ocurriría si por utilizar nuestra carta del seguimiento a terroristas (ya se han frenado a varios en México) como instrumento de presión a EU, aflojamos la marca?
Pasaría que nos ponen una bomba en una discoteca llena de ciudadanos estadounidenses y europeos en alguno de nuestros polos vacacionales y adiós turismo extranjero en México.
Mezclar comercio y seguridad no parece una buena idea, porque no tenemos hacia a dónde movernos.
Y lo que quiere la administración Trump es poner aquí bases militares de apoyo estadounidenses para comandar desde nuestro territorio la lucha contra el narcotráfico (y no lo han dicho, pero también contra el tráfico de personas, léase migración centroamericana y antillana).
Sería inadmisible aceptar una suerte de Plan Colombia a cambio de lo que sea.
No podemos dar más de lo que ya estamos dando. Al menos no con un gobierno inestable y hostil como el de Donald Trump.