La Constitución de 1854 y la crisis de México
CIUDAD DE MÉXICO, 28 de marzo de 2019.- Gracias, presidente Obrador, porque en los días recientes confirmó lo que siempre dijimos en éste espacio; que su gobierno sería un peligro para México.
Y es un peligro en lo económico, político y social; es un peligro para la democracia y hasta para la diplomacia mexicana.
Gracias, presidente, porque cometió el impensable acierto de unificar a buena parte de la sociedad y los partidos de España… contra su gobierno y contra México.
Gracias, porque al exigir que la monarquía española se disculpe con México “por las atrocidades” cometidas en la conquista, confirmó su ignorancia sobre la historia de México; historia que dizque era su fuerte.
Gracias, presidente, porque confirmó que su gobierno no gobierna sino que es un movimiento político que, con dinero público, sigue en campaña; una campaña que lo llevará a la reelección por la vía de la extensión del mandato.
Y, gracias, porque cada vez son más los mexicanos que se dan cuenta de que su gestión se ha construido sobre una montaña de mentiras; castillo de naipes que empieza a caer a pesar del autoritarismo y la satanización de los medios y los periodistas críticos.
Gracias, presidente, porque en abono a lo anterior, apenas en 117 días de gestión se ratifica que su apabullante popularidad llegó al techo y empieza a caer. Por eso hoy presenciamos –durante siete días consecutivos–, rechiflas, abucheos, silbatinas y gritos de “¡fuera, fuera, fuera!”
Gracias, porque al pelear cotidianamente con los medios, con la prensa y con los periodistas críticos, confirma que lo suyo no es la democracia y menos el respeto a la libertad de expresión; lo suyo es la intolerancia a la crítica y el aplauso a la sumisión y la abyección.
Gracias, presidente, porque todos los días se empeña en aparecer como gobernante que ejerce el despotismo y el autoritarismo. Y si lo duda, la mejor prueba es el reciclaje de las ternas de “papanatas” que propuso para la CRE. Gracias, porque ratifica su desprecio al Senado –como institución de contrapeso–, y a los senadores; deja claro que prefiere incondicionales e irracionales en el Congreso.
Gracias, porque al comportarse como tirano tropical, le enseña a los mexicanos y al mundo su desprecio a la división de poderes; desprecio al Legislativo y Judicial.
Gracias, presidente, porque al “pendejear” todo el tiempo a diputados y senadores de su partido –a los que no respeta–, y al comprar a “opositores” necesario para tener las mayorías aplastantes, ratifica que usted no aspira a ser un presidente democrático y respetuoso de los contrapesos, sino un rey.
Gracias porque los rencorosos insultos a los medios y la persecución ordenada con todo el peso del Estado contra sus críticos –la persecución que orquestó en mi contra–, prendió las alarmas de algunos de los más escépticos del fracaso de su gobierno.
Gracias, porque al pretender jubilar de fea manera a uno de los más respetados empresarios del país y del mundo, el presidente mostró que no es confiable para dejar nada en su oído; porque todo lo suelta en público, con las consecuencias de una pérdida de más de mil 800 millones para las empresas de Slim.
Gracias, presidente, porque dejó tirados a muchos de los que confiaron en usted; como los empresarios, que han sido excluidos de los grandes proyectos de su gestión; como el Tren Maya, la refinería, el aeropuerto, todos entregados a poderosos grupos extranjeros.
Gracias, porque sigue creciendo el número de mentiras presidenciales, lo que confirma que usted se meterá a la reñida carrera de los récords, entre los presidentes que más mienten, entre ellos Trump y Bush.
Gracias, porque al negarse a cuestionar y condenar los ataques cotidianos del presidente Bush a México y a los mexicanos, ratifica que era mentira esa arenga de campaña –en las plazas de todo el país–, en la que exigía a los presidentes firmeza y crítica ante el tirano del norte.
Hoy usted muestra miedo y hasta se reúne “en lo oscurito” con el yerno de Trump.
Gracias, presidente, porque ratifica día a día lo que aquí advertimos de su eventual gobierno; un gobierno fallido, apenas a 117 días.
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