Entre Cepillín y El Chapulín engringado
OAXACA, Oax., 4 de abril de 2019.- En estas últimas épocas, a raíz del uso masivo del internet y el desarrollo tecnológico de las comunicaciones por esta vía, las famosas redes sociales se han convertido en una moderna y cual más peligrosa Hidra de Lerna, aquel ser mitológico que fue destruido por Hércules en el segundo de sus doce trabajos.
Además de peligrosa, cruel y despiadada, metamórfica. En efecto, el uso de las redes sociales concede al usuario la calidad de fiscal, defensor, juez y jurado, premier, Presidente de la República y su defensor, agente del ministerio público y Torquemada, gran inquisidor y gran perdonador, cuya opinión es irrecurrible, irrefutable, se convierte en la verdad absoluta, por lo menos para él y quien lo siga.
Lo mismo acusa que defiende, juzga y sentencia. Desde un Presidente hasta un suicida.
Cautos debemos ser en no erigirnos en acusador, juez condenador, jurado de veredicto de ninguna honra, de ninguna virtud, de ningún inocente y más aún de ningún culpable.
Darnos chance de no ser unos diablos, que se regocijan de la desgracia ajena, de darnos la oportunidad de no darle de comer al infierno. De no darnos la oportunidad de erigirnos, sin medida de mesura, en el más tremendo de los jueces. Las redes sociales se convierten en el refugio también del cobarde, en el desahogo de quien no tiene valentía para enfrentar sus realidades y decir y maldecir desde lejos.
Hay que expresar que las “redes sociales” no substituyen a las instituciones legales.
Con asombro he escuchado que, los señores comunicadores de una cadena de televisión en español, mexicana, “fifí”m expresan, con relación al más inmediato suicida, quien tomó esa tremenda determinación cuando es acusado en forma anónima, de violación de una menor de 13 años, desde hace más de 10 años.
O sea, la víctima se tarda 10 años en hacer esa acusación, y la realiza por redes sociales, no ante el Ministerio Público.
Grande fue mi asombro, al escuchar de voz de súper sabios de la comunicación, que las redes sociales deben de preservar el derecho a la presunción de inocencia.
Deben de preservar el derecho a la defensa. De cuando a acá un canal de televisión es Ministerio Público, juez, magistrado revisor, ministro de la Suprema Corte y juez de ejecución de sentencia. No señores, ningún canal de televisión y ningún canal de medios y ningún whatsapp y menos un Facebook, un tuitero, por más que nos llegue a molestar, puede, o debe, substituir el funcionamiento de las instituciones legales, menos cuando estas se meten en el quehacer de la justicia.
Si permitimos que comunicadores sin formación de abogados sigan utilizando los términos, por ejemplo, que este o tal canal de televisión debe de preservar el derecho a la presunción de inocencia, estamos permitiendo que se afirme, que tiene la capacidad de ser Ministerio Público y juez y sentenciar. Y ello ya ha cobrado vidas, el botellita de jerez se mató por este fenómeno de comunicación y manipulación de medios.
Y no, pues no, el fenómeno de este hombre es de otra manera, la acusación, que más parece un anónimo, como los que circulaban con amplitud hace tiempo que no había redes sociales, el famoso anónimo de la literatura decimonónica, empujó a quien ya estaba deprimido, y con ganas de darse un tiro, de lograr su suicida objetivo. Quien no le entienda así, se está engañando solo.
Para las redes sociales no hay espacio para la presunción de inocencia, para el debido proceso, para la más elemental y débil defensa. No, desde ellas, se condena, se acusa, se juzga y se prejuzga, sin el más mínimo pudor y decoro. Sin honor, valor prácticamente ausente en estos días, en los que se privilegian todo género de antivalores y entre más bajos y perversos, mejor.
Se ha perdido la dimensión en el uso y abuso de las redes sociales de uso masivo, al pretender y satisfacer una perversión propia, no interesa al usuario en lo más mínimo el grave y gravísimo daño que puede ocasionar y ocasiona al destinatario de su mensaje, de su meme, de su comentario falso o verdadero, que finalmente o generalmente se generan y envían en el anonimato, y aun firmándolo.
Recuerden los pleitos de la comisaria de la Calle de Aldama allá por los afamados años 80/90s cuando, siendo secretarios del Ministerio Público, el comisario en turno te ponía a disposición al rijoso: “por calumnias” y lo peor, “por calumnias cumplidas”.
Debe forzosamente limitarse y regularse su uso, por cuestión de orden y seguridad nacional. A quien corresponderá hacerlo, al que quiera ponerle el cascabel al gato.
Ardua lucha habrá de sostener, pues al momento en que lo proponga, tendrá encima a todos aquellos que tienen cuentas en redes sociales y que encuentran en las mismas, no el provecho y la libertad que los perfeccionen como seres humanos, que les dignifique en los valores supremos de la humanidad como la vida, la Justicia, la libertad, la igualdad, y que seguramente harían una sociedad equilibrada y justa, sino que encuentran en dichas redes sociales el escape fácil a sus tormentos mentales, a sus delirios, a sus perversiones etc.
Sin embargo, algo hay que hacer al respecto, al menos regularlo, evitar su abuso indiscriminado, generar medidas de cautela que eviten el agravio, el perjuicio, el daño injusto, que eviten por lo tanto las consecuencias funestas que pueden llegar a originar, como está más que demostrado que sucede… En fin, a cada quien…