La Constitución de 1854 y la crisis de México
CIUDAD DE MÉXICO, 3 de agosto de 2019.- Quizás en México sea el Partido Acción Nacional (PAN) el único que levantara la voz para pedirle a Andrés Manuel López Obrador dejar atrás la campaña y que se ponga a gobernar, ni qué decir de la molestia en Jalisco contra el gobernador Enrique Alfaro Ramírez; lo cierto es que esta realidad alcanza a la inmensa mayoría de los políticos de cualquier parte, por lo menos desde Estados Unidos hasta Panamá que es parte de mi experiencia por la que puedo referir.
El discurso político empleado durante el proceso de cualquier campaña electoral toma tonos de ardid, incluso hasta llegar a las alegorías casi inverosímiles. Por ejemplo Donald Trump incitaba con encarcelar a la “corrupta” –él alardeaba- de Hillary Clinton, ¿y está en la cárcel).
Una parte de la confusión en la percepción pública que generan los mismos políticos gobernantes está en que no modifican su comunicación política, continuando con sus tonos, contenidos y hasta paralingüismos, incluso hay quienes hasta siguen utilizando el mismo slogan publicitario o frases fuerza empleadas para cautivar a los que fueron sus votantes, pero que dejaron de serlo para convertirse en gobernados. Solo habría que revisar en las sociedades más adelantadas como Canadá o Alemania en la que Justin Trudeau o Angela Merker fueron un personaje durante sus campañas, ahora desde la gobernanza cuidan todos esos detalles en las que permiten percibirlos como dignos mandatarios sin perder su esencia personal.
Eso sucede en los planos nacionales, pero también en ámbitos locales. Tan solo por citar dos ejemplos, Mario Alberto López Hernández, actual presidente municipal de Matamoros, Tamaulipas, y Oswaldo García Jarquín, alcalde de Oaxaca de Juárez, Oaxaca, su comunicación política es idéntica entre la campaña electoral contra ahora en sus gobernanzas; por ello la población confunden que siguen encampañados, o peor aún, provocan la percepción en algunos que no están gobernando, una idea totalmente equivocada. En ambos casos presentarán problemas para arrancar un nuevo proselitismo por desgaste de su imagen, a la que se les sumará la erosión ocasionada por gobernar.
Reitero, la esencia personal del político no se debe trastocar, pero eso será otro tema por compartir. Sin embargo, sí debe tomar otros tonos; mientras que Oswaldo tendría que matizarse, la borrega López debería soltarse más. Modificar la comunicación política entre la campaña y la gobernanza -considerando el elemento humano detrás del gobernante- es todo un asunto de expertos que no puede dejarse en manos de “los compadres que saben tomar fotos” instalados como comunicadores sociales de sus encomiendas.
Fácil, un candidato alardea en el discurso y un gobernante puntualiza con sustancia, un candidato entra a las casas y un gobernante abre sus oficinas, un candidato toca corazones y un gobernante persuade mentes.
Ahora que entrarán los nuevos diputados en Tamaulipas, como el reciente estreno del gobernador de Baja California ¿Sabrán cambiar su comunicación política o veremos las mismas formas –ya anquilosadas- de cómo eran en sus campañas? ¿Podrán dejar atrás la campaña y se pondrán a gobernar o legislar?
¿Y tú, qué opinas?
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