Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
CIUDAD DE MÉXICO, 9 de octubre de 2019.- El segundo documental del videoasta Salvador Díaz Sánchez sobre Rosario Ibarra de Piedra, se llamó Ochenta Rosarios para Jesús. El primero, ganador del Ariel en 1983, fue Los encontraremos. El segundo se lo dedicó a los 80 años que acababa de cumplir la luchadora social quien fue galardonada con la medalla Belisario Domínguez de este año. Ambos documentales son extraordinarios. En el del cumpleaños aparecen escenas de una Rosario llena vida. Hermosa, en plena juventud en sus clases de danza en Nuevo León. Con una familia llena de alegría y esperanzas para el futuro. Nadie auguraba la tragedia que se avecinaba. La desaparición de Jesús Piedra Ibarra se dio como consecuencia de la muerte de un policía en 1974. Se han dado desde entonces muchas pistas, hay quienes aseguran haberlo visto vivo en una cárcel militar, pero después la pista se perdió y solo quedó una lucha de 45 años en la que ha habido de todo: participación activa por los desaparecidos, perseguidos y exiliados, utilización de la política como candidata, para denunciar al país y al mundo, la situación que ha vivido nuestro México, en el que los más afectados sobre todo por la represión, han sido los jóvenes.
La voz del historiador Salmerón, trajo a la actualidad la guerra sucia
La desaparición de Jesús Piedra Ibarra se inserta en la cruenta y represiva guerra sucia que escenificaron Gustavo Diaz Ordaz y Luis Echeverría. Las declaraciones del historiador Pedro Salmerón, al referirse a los jóvenes que participaron en la muerte del empresario Eugenio Garza Sada como jóvenes valientes, causó la polémica en torno a la muerte de ese empresario presuntamente sacrificado por la guerrilla y por otra, la idea que se levanta en torno a la utilización del hecho de parte de Luis Echeverría para ultimar al hombre de Nuevo León. AMLO encabezó en días siguientes un acto de perdón a las víctimas de la guerra sucia en una intención de ir limando circunstancias y abrir cauce a un cambio. Los gobiernos anteriores nunca se interesaron realmente en doña Rosario. Ella, una mujer mayor, en reposo actualmente, mantiene su postura de más de cuatro décadas en el organismo que formó con otras madres que también perdieron a sus hijos, Eureka. Ella sabe que su hijo como muchos otros, asumieron esa posición conducidos por un sistema injusto, represor, corrupto que se ensañaba sobre todo en los jóvenes. Su lucha y reivindicación de esa juventud agredida fue larga y a veces tortuosa por la incomprensión de los gobiernos; su voz fue dura. Fue víctima además de menosprecios y desalojos. Realizó huelgas de hambre y plantones. Ligada al partido trotskista PRT, fue candidata por primera vez a la presidencia en 1982 y de nuevo en 1988, cuando defendió el triunfo robado a Cuauhtémoc Cárdenas. Ha sido diputada y en 2006 fue senadora por el PRD
Cuatro veces candidata al Nobel de la Paz
Como el personaje que es, conocida en diversas partes del mundo, ha sido propuesta cuatro veces al Premio Nobel de la Paz: en 1986, 1987, 1989 y 2006. Pero una de las cosas que más la enorgullecen es la Biblioteca Popular que lleva su nombre en Naucalpan: Rosario Ibarra de Piedra. En su cierre de campaña, Andrés Manuel López Obrador le hizo un reconocimiento y declaró que votaría por ella. Es una de sus asesoras. Se ha escrito mucho sobre ella. Yo le hice entrevistas y en una, que se negó a darme por lo que consideró razones obvias, yo le había preguntado que pensaba de los casos de mujeres que extinguían a sus hijos como un caso famoso que se ventilaba en esos días. Y ella me dijo abiertamente: Nosotros los buscamos vivos.