Dos meses de huelga, miles de asuntos pendientes
CIUDAD DE MÉXICO, 21 de diciembre de 2019.- Cierra 2019 con una serie de movimientos políticos tanto en México, pero también en otras latitudes como Bolivia, Colombia, Chile, Panamá y República Dominicana, por citar algunos casos latinoamericanos.
La ambivalencia en la identidad partidista es una condición natural de cada militante, por ello sus corrientes o partidos deben establecer mecanismos permanentes para mantenerlos cautivos, mismos que han dejado de hacer particularmente en este año por lo que se avecina una crisis en la identidad partidista.
No hay casos endémicos en la comunicación política en países democráticos en condiciones similares. Por ejemplo, en México el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) arrancó militantes al Partido Revolucionario Institucional (PRI), igual como en Panamá cautivó Cambio Democrático (CD) a la militancia del Partido Revolucionario Democrático (PRD), de la misma forma ya vive esa ambivalencia el Movimiento al Socialismo-Instrumento Político por la Soberanía en los Pueblos (MAS-IPSP) en Bolivia.
Cualquier dirigente de un partido político –ya sea de un municipio o alcaldía, estado o departamento, y con mayor razón de un país- en el análisis de su estructura electoral debe considerar la categoría del militante duro, de férrea identidad partidista, pero también debe tener en cuenta a los ambivalentes que pueden ser cautivados por otra opción política diferente u opositora.
Dado los recientes fenómenos sociales, que están modificando la conducta social del individuo, ya no se deben emplear estrategias generales, ni menos aún narrativas tan abiertas que se aplicaban para las masas o el círculo rojo.
¿Por qué se avecina una crisis de identidad partidista? Porqué los partidos políticos que atrajeron a sus filas militantes tanto de otras corrientes externas, como a los votantes considerados tradicionalmente como switchers, se afiliaron con sus ideales políticos, así como sus formas de origen; es decir, ya no son de donde estaban, ni son donde están ahora, y ni les permitirán que avancen los que ya estaban a donde llegaron.
Esta variable en los planes de reestructuración partidista exige que la estrategia de comunicación política considere tres vertientes distintas, o mejor aún, tres estrategias diferentes:
1. Militante leal o duro
Valorar su militancia ya no basta, hay que generar líneas de acción particulares para que no pierdan su empoderamiento partidista. Aquí la narrativa debe ser conservadora, con tintes de innovación.
2. Militante económico o ex militante
Considerar su valía como individuo confrontada contra su nueva realidad partidista, recreando el escenario de lo que dejó y que estaba por alcanzar. Aquí la narrativa debe ser directa, fría y calculadora.
3. Militante switcher
Emplear líneas de acción dirigidas a causas sociales, inclusivas, o tareas digitales específicas, generándole desarrollo personal. Aquí la narrativa es contemporánea, sin expectativas futuras, con calidez.
Tú que estás leyendo estos Apuntes, te pregunto, ¿Crees que traen “bien puesta la camiseta” los que se hicieron nuevos militantes y que venían de otro partido político? Quizás tu respuesta coincida con que se avecina una crisis de identidad partidista ¿Serán los dirigentes capaces de actualizar sus formas para contender a sus militantes y atraer nuevos?
¿Y tú, qué opinas? www.daviddorantes.com