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México no se arrodilla ante EU, ya está postrado ante el narco
OAXACA, Oax., 12 de julio de 2020.- El Derecho es una de las más inteligentes creaciones del ser humano para asegurar su autonomía individual y una vida social pacífica.
Es muy ingenioso el mecanismo consistente en escribir en normas jurídicas el resultado del consenso mayoritario prevaleciente sobre valores y creencias compartidas, y aun así respetar a los disidentes minoritarios.
Lo es más aún el comprometerse a acatar las normas y depositar en terceros –cuando actuamos como servidores públicos– el manejo de los recursos para beneficio compartido.
Y que decir del compromiso de someterse a cumpliir con ellas de manera forzoza si es necesario, hasta el extremo de compensar con la pérdida de libertad o patrimonio su desobediencia dañina y perjudicial.
Ello es, sin duda, la máxima expresión de racionalidad y voluntad propias del homo sapiens.
Equivale a civilidad democrática y Estado de Derecho.
Vale entonces preguntarse: ¿Por qué individuo y sociedad no funcionan en los términos pactados?
En momentos de crisis generalizada y riesgos mayores a la integridad personal y de grupo, como en el caso de guerras y epidemias, las causas se tornan más notorias:
La principal causa es la desigual distribución de recursos.
Desigualdad de origen o que sobrevino con el tiempo y que los estados, poderes de todo tipo y el Derecho provocaron o toleraron.
De ella es altamente responsable la corrupción consistente, en esencia, en no hacer realidad los compromisos y promesas constitucionales.
Es en ese sentido que todos somos abogados.
Lo somos porque el compromiso jurídico al que nos vincula el acta de nacimiento y la credencial de elector –reforzado por el sentido religioso o laico, según se prefiera, del deber– es de cada uno y de todos.
La Sociedad, el Estado de Derecho y la Democracia son creación y responsabilidad de todos. No son ficción. Son acción.
Los pasantes, licenciados, maestros y doctores en Derecho podrán saber más sobre algunas prácticas especializadas. Sin duda.
Podrán obtener autorización de la sociedad para gestionar los derechos y obligaciones de sus semejantes. Sin duda.
Pero aquella y estos continuarán siendo corresponsables.
Todos somos abogados porque somos corresponsables de la cultura jurídica que hemos construido y en la cual vivimos.
Nadie debería padecer sufrimiento o dolor.
En pleno siglo 21, nadie debería morir por un virus irresponsable, ni familiares, amigos o no amigos.
Los recursos deberían estar mejor distribuidos y.las pandemias previstas y oportunamente remediadas.
No solo es el 12 de julio. Es todos los días.
Todos somos abogados.
Que descansen en paz nuestros deudos y que despierten las conciencias.
Hagamos vivir el Derecho legítimo, válido y eficaz.
Eso es crucial para vivir en paz, para salvaguardar nuestra dignidad como seres humanos y para promover el equilibrio ecológico sin el cual no sobreviviremos.