Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
CIUDAD DE MÉXICO, 17 de agosto de 2021.- Estamos frente a un debate que puede marcar toda una nueva manera de abordar el problema de las armas que circulan en México y el mundo, porque caen en manos criminales, provocan la muerte de cientos de miles de personas, que separan a familias y dejan severas heridas en nuestra sociedad.
Frente a este debate, debemos poner sobre la mesa una idea principal, el arma más poderosa, la más útil, la más eficiente, es la que no se utiliza. Es la que está en posesión de hombres de bien, que sólo la utilizarían para defender a su familia, su patrimonio, o su vida.
Es en este punto donde dos trenes a toda velocidad chocan, porque a veces ambos creen que van en la dirección correcta, aunque vayan en la misma vía.
El problema no son las armas, porque depende en las manos que caiga, es que pueden ser un instrumento libertario frente a la tiranía del miedo o propagar el terror en comunidades enteras.
Es en este segundo punto, es donde las fábricas de armamento no tienen la culpa, pero desde luego, sí tienen responsabilidad.
Esta responsabilidad es compartida, y por muchas personas e instituciones. Cuando el arma sale de la fábrica ahí entra la autoridad corrupta que permite que llegue al mercado negro, de ahí los agentes en las fronteras que, por complicidad o incompetencia, las dejan pasar.
Ahí, los policías estatales, federales y municipales, que en muchas ocasiones, si no es que en la gran mayoría, dejan que esas armas se vendan, circulen, o se exhiban a plena luz del día por grupos criminales.
Los mismos que escondidos entre la sierra y vegetación árida, acribillaron a mi familia. Esa arma y esa bala, tuvieron un principio y un fin, y toda la cadena tiene una responsabilidad.
Hasta hoy la lectura de la mayoría de los mexicanos ven a la demanda que interpuso la Secretaría de Relaciones Exteriores en contra de los fabricantes de armas, como una excusa, una cortina de humo frente a su incompetencia por detener el tráfico mortal.
Buscan excusas por su fracaso en términos de estrategia de seguridad y le fincan total responsabilidad a los que fabrican las armas en Estados Unidos, si han decidido que ésta es su solución para un problema tan grande, están totalmente perdidos.
En tal caso, en un mundo donde impera la sinrazón, ¿qué le impediría a los fabricantes, demandar al gobierno de México por corruptos como García Luna o Salvador Cienfuegos, así como los cientos de servidores públicos que permiten al crimen organizado utilizar su producto para matar a inocentes y después los protejan, “hacen ver muy mal a toda la industria”?
Creo que todo el proceso debe estar controlado y regularse estrictamente. No veo un mundo sin armas, pero sí lo veo sin criminales, sin tráfico, sin asesinos, pero para eso se necesita del esfuerzo de todos.
No estoy en contra de la portación de armas, creo que todos deberían tener la oportunidad de portar una si es que el fin es la legítima defensa, y a la par de esto, se debería tener un control absoluto y eficiente.
Así que el llamado es a las fábricas a mejorar sus métodos de control, y al mismo tiempo a las autoridades.
Creo firmemente que mi familia fue acribillada por armas que estaban de forma ilegal, así que hoy, también las autoridades corruptas jalaron el gatillo y dejaron muerte sobre el camino.