
Reforma de maíz transgénico: ¿camino a soberanía alimentaria de México?
La rueda de la historia continúa con su movimiento inexorable:
Las potencias grandes y medianas o los países centrales y periféricos compiten para posicionarse durante la 4a revolución industrial y el cambio de época en curso.
En esa dimensión, China ha reemplazado a los Estados Unidos como el mayor socio comercial en la mayoría de los continentes y regiones del planeta, salvo Europa del Este y México.
La retirada de los Estados Unidos de Afganistán se percibe como un nuevo capítulo en esa trayectoria y la consolidación del relevo luce irreversible.
En consecuencia, la relación entre México y los Estados Unidos adquiere un relieve especial.
Prueba de ello es la activa y compleja agenda bilateral, que pasa no solo por la economía sino por el tema de la democracia.
Es así según se advierte, por ejemplo, en la aplicación de la cláusula democrática sindical prevista en el TMEC, que ha llevado a una elección inédita al interior del sindicato de la General Motors en Silao, Guanajuato, la cual fue supervisada por el mismísimo Instituto Nacional Electoral.
En el futuro, los medios alternativos de solución de conflictos (MASC) y la propia justicia electoral podrían activarse para prevenir o remediar los disensos en ese tipo de elecciones gremiales.
Es así tambien en relación con la principal trama política nacional, consistente en preservar o enriquecer y enraizar el modelo democratico pluralista que hemos venido construyendo, con todas sus fortalezas y debilidades, o bien refundarlo sobre los ejes de una práctica más comunitaria, popular y participativa.
Esto significa ya sea insistir en la profundización de la democracia representativa con sus consabidos instrumentos y aparatos establecidos para acceder, distribuir, ejercer y controlar el poder, los cuales requieren nuevos ajustes, o bien incorporar de manera más directa al pueblo, las comunidades culturales, grupos sociales y ciudadanía en la gestión de sus propios intereses y la definición de su destino.
En la primera opción, ya comienzan a delinearse los proyectos para rediseñar los términos de la competencia política y la arquitectura de las instituciones electorales, las que, por su parte, continúan cumpliendo con su mandato constitucional de garantes de los derechos y principios institucionales.
En cuanto a la segunda, habrá que esperar a que aparezcan las propuestas correspondientes, las cuales deberían en todo caso regenerar el liderazgo moral desde abajo y desde adentro del país, y no tolerar, según se dijo antes, la democracia social por inducción vía un tratado económico o comercial.
Una solución mixta, es decir una democracia pragmática que incluya una combinación de mecanismos e instrumentos para garantizar la idoneidad de la acción colectiva y concretar los fines del Estado Constitucional sería una opción inteligente.
Los mexicanos debemos seguir incrementando nuestra conciencia sobre lo que nos estamos jugando como país en estos años cruciales para la primera mitad si no es que para el resto del siglo 21.
Nos estamos jugando valores y bienes fundamentales tan preciados como el bienestar mínimo para todos, la prosperidad común, la libertad y la igualdad reales, la justicia social, la dignidad de las personas y la integridad de las comunidades culturales y el entorno natural.
Una vez más, si hemos de considerar la nueva vuelta de la historia, no perdamos el tiempo en reyertas menores y concentrémonos en pensar, discutir y accionar en favor de los fines superiores que justifican nuestra propia historia y porvenir.