Paloma Sánchez-Garnica, premio Planeta 2024, y Beatriz Serrano, finalista
Antoine d’Agata, fotógrafo de la reconocida agencia Magnum Photos, comenta que ha notado que cada vez es más grande la necesidad de las personas por expresarse a través de la fotografía.
“El mundo es cada vez más complejo, estamos saturados de una cantidad de imágenes increíbles; entonces cada uno trata de sobrevivir o existir, a través de su propia palabra y su propia perspectiva”.
“En los talleres tratamos de reflexionar, de desarrollar la capacidad que cada uno tiene, de afirmar una posición en el mundo, una posición en su comunidad, en su sociedad o su lugar en esta sociedad muy compleja”, detalla d’Agata quien es uno de los tutores del Programa de Fotografía Documental que realiza el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa).
El programa inició en febrero con la tutoría del fotógrafo francés, quien menciona que en los alumnos existe “una energía bastante inocente, hay un deseo, y mucho miedo, de avanzar y descubrir; la energía es linda, porque no estamos en un contexto comercial o de prensa o de galería, estamos aquí para pensar juntos, sentir juntos, para tratar de conocer a los otros y conocerse un poco más a uno mismo”.
Quien fue ganador del Premio Niépce en el 2001 y ha dado talleres desde hace varios años, platica que una constante en los estudiantes es el “hambre de conocimiento, de experiencia, de entender mejor el contexto donde vivimos y la manera que cada uno puede descubrir o de inventar una posición propia”.
Cuando a Antoine d’Agata se le pregunta quiénes fueron sus maestros, responde que quizá primero aprendió de la calle, “es donde crecí, donde aprendí, primero a sobrevivir, después a desarrollar una acción propia, autónoma, también hice talleres en los años 90 en Nueva York, no con el deseo de ser fotógrafo, más como el deseo de aprender a usar la cámara como herramienta para vivir, de manera más contundente y más consciente”.
Aunque señala que él empezó muy tarde, hizo sus primeras fotografías, en un viaje que hizo a México con uno de sus amigos en 1987. “Pero realmente en los 90 en Nueva York fue cuando empecé formalmente, era complicado porque era el lugar donde no me sentía un tanto bien y después de algunos meses vine corriendo a México, realmente en México es donde aprendí mi exploración con el mundo a través de la cámara”.
“Siempre es complicado. Cuando uno es joven tiene mucho deseo, muchas ganas, pero a veces se desconoce bastante a sí mismo, y entonces hay un tiempo de adaptación para entender realmente su propia identidad y su propia posición. Con más experiencia y con más edad, las cosas son más complicadas porque la energía no es la misma, el cansancio. Quizá con la edad uno sabe mejor dónde puede ir, dónde quiere ir, o a dónde hay que ir”.
Sobre el equipo con el que trabaja d’Agata dice que básicamente cambia cámara cada vez que puede. “Trato de no encerrarme en un estilo, en un lenguaje, cada vez que llego a un tipo de eficiencia, que ya sé cómo hacerlo, cómo manejarlo, cómo controlarlo, dejo de fotografiar, así que utilizó cámaras que no conozco, creo que para crear, para ver, para sentir, necesito tener entre las manos una herramienta que no controlo, necesito un estado de fragilidad, algo que me permita sentir más. Cuando estoy en control dejo de sentir y en esa posición de fragilidad percibo el mundo de manera más auténtica”.
A Oaxaca Antoine d’Agata vino en 1987 por primera vez, de ahí ha regresado con los años. Dice que no es un lugar donde haga tantas fotografías, “cuando uno conoce demasiado el lugar se hace complicado, pero es un lugar donde necesito regresar”.
Hace una semana estaba en el CaSa impartiendo clases, los días anteriores a su llegada terminó un nuevo libro “Psychodémie” que tiene que ver con la pandemia de la Covid-19. “He estado fotografiando en Río de Janeiro, en los hospitales y en la calle, pero la parte más grande del trabajo lo he hecho en Europa. En Brasil era otra perspectiva de la calle, es mucho más cruel, más difícil, la supervivencia es muy complicada, en el hospital había otra energía, así que creo que encontré un lugar para acabar este proyecto”.