Respuesta a la violencia e inseguridad
Libros de ayer y hoy
[email protected]
Son tantas las penas que hemos tenido los mexicanos, que nuestra bandera podría estar a media asta en forma permanente. Y buena parte de esas penas que nos agobian tienen que ver con nuestra vecindad. El 12 de septiembre en el que se conmemora el acto heroico del batallón de San Patricio, por la muerte infame que infligieron a 48 soldados irlandeses y a 13 alemanes que luchaban contra el invasor estadounidense, valida un caso extraordinario. Dar la vida por un país ajeno eleva la grandeza de estos mártires, algunos de los cuales fueron ahorcados en San Ángel por las fuerzas invasoras. Fue en efecto una grandeza de esos soldados que luchando con el invasor se dieron cuenta de la injusticia de esa guerra, tomaron la decisión de dejar ese ejército asesino y se sumaron a la lucha de los mexicanos.
Con letras de oro se les reconoce en nuestro país, y son considerados beneméritos de la Patria. Solo seres sensibles, de gran humanismo, pudieron dar su vida por apoyar a un país ajeno.
LOS NIÑOS HÉROES DONARON SU NIÑEZ Y JUVENTUD POR LA PATRIA
Eriza la piel pensar en aquellos jovencitos que lucharon cuerpo a cuerpo enfrentando al invasor en Chapultepec en 1847. Con ellos estaba el subteniente Juan de la Barrera. Pero ese contingente heroico que dio su vida por México, lo integraban los cadetes Juan Escutia, Agustín Melgar, Francisco Montes de Oca, Francisco Márquez y Vicente Suárez. Es curioso que esa lucha cruenta que libró México para desalojar a un invasor, no ceja actualmente en ese país vecino, para avasallar al mundo. La guerra 1846-48 iniciada por Estados Unidos para quedarse definitivamente con el recién creado estado de Texas, llegaba al grado de penetrar y a iniciar desmanes en el centro de México, como si ya fuera propio. Los irlandeses que formaban el Batallón de San Patricio, fueron ajusticiados en San Ángel. Ahí en la plaza San Jacinto está un monumento que los recuerda. Todo por un Texas que era nuestro y con el que finalmente se quedó Estados Unidos. En este momento el estado de Texas tiene problemas graves por el envío de migrantes a Nueva York de parte del gobernador ultraderechista Greg Abbot. De una manera abusiva, el gobernante de lo que fue nuestro estado, se zafa de un problema migrante, lanzando inhumanamente a centenares a otro estado, que ya tiene una saturación excesiva, por esa medida.
SEPTIEMBRE ESTABA EN FLOR Y ELLOS MORÍAN, EXCLAMÓ AMADO NERVO
Mes bello de nuestra independencia, pero también mes trágico para la niñez y juventud mexicanas. Los heroísmos que hemos mencionado, mexicano, irlandés, alemán, se componían por adolescentes y jóvenes. Y en esas edades fluctuaban los 43 de Ayotzinapa asesinados el 26 y 27 de septiembre de 2014, en su mayoría. Este mes, aparte de conmemorar la lucha que consagró a nuestro país entre los independientes, aunque esta laxitud no sea tal ante los problemas externos e internos con los que nos enfrentamos, hay soberanía, hay decisiones propias y el país va caminando hacia un mejor futuro. Los que participaron en esa lucha, los héroes ya signados de la Patria están presentes, y todos estos jóvenes, propios y extraños, tienen también un reconocimiento especial. Falta hacerlo en torno a los jóvenes de Ayotzinapa, que finalmente en sus luchas cotidianas buscaban formas de hacer de su futuro como maestros un mejor país e insistir en la importancia de que la educación rural siga vigente y se expanda a todos los recovecos aún difíciles que tiene el país. A ellos también debe alcanzar el poema de Amado Nervo dedicado a los Héroes niños, porque también lo han sido, aunque su muerte no haya ocurrido cuando septiembre estaba en flor. Los normalistas de Ayotzinapa también perdieron su vida por una lucha. En 23 cuartetas y quintetas, el poeta nayarita nacido en Tepic el 1870, inmortalizó con su poema Los niños Mártires de Chaputepec (Biblioteca virtual) a los héroes que murieron el 13 de septiembre de 1847 enfrentando al invasor estadounidense. Solo unas cuantas líneas para recordar ese poema del bardo que murió en Montevideo en 1919.
Como renuevos cuyos aliños
un viento helado marchita en flor,
así cayeron los héroes niños,
ante las balas del invasor.
Así fue…Septiembre estaba en flor ¡y ellos morían!