Cortinas de humo
La y los aspirantes presidenciales del oficialismo, mientras mantuvieron sus cargos públicos, no solo lograron aumentar su nivel de conocimiento a nivel nacional sino también las preferencias electorales hacia sus personas y de su partido.
Sin embargo, una vez fuera del presupuesto oficial de comunicación y de la relevancia mediática que implicó ser canciller, jefa de gobierno de la ciudad más relevante del país, líder de la bancada senatorial o secretario de gobernación, la y los aspirantes reportan, vía encuestas, una notable disminución en el interés de la población.
La mayoría de los consejeros electorales de estas personalidades políticas, de su partido y de su gobierno mal creyeron que una vez alejados de los cargos públicos podrían aumentar sus niveles de rentabilidad electoral y finiquitar las aspiraciones de la oposición.
El creer, el suponer, la improvisación y la ocurrencia nunca serán buenas consejeras y, ese fue error de ese grupo asesor. Diversas investigaciones serias y estudios rigurosos de opinión públicos indicaban, incluso desde hace mucho tiempo atrás, que la eficacia y el impacto social de la y los aspirantes oficialistas sería totalmente diferente en el territorio electoral.
Hoy la evidencia de dichos estudios es más que clara y contundente. A más de un mes de sus respectivas renuncias ninguna de las postulaciones ha logrado – a pesar de que todos cuentan con experiencia de campaña- mejorar ni su nivel de aceptación, confianza y credibilidad.
Ella y ellos cuentan con alto reconocimiento de sus en la gente, pero es debido a la evidente campaña de alta exposición propagandística en redes sociales, bardas y espectaculares que mantienen desde hace meses antes, pero no han conseguido la tan necesaria percepción de cercanía social ni construir en sus personajes el carisma necesario para destacar.
La opinión negativa de cada uno de los exfuncionarios del oficialismo, no ha disminuido en comparación con la de los ya autodestapados aspirantes de la oposición, que tan solo en unas semanas, vía la Senadora Gálvez, amenaza con un empate técnico de las preferencias electorales.
El desgate del grupo aspiracionista a ocupar Palacio Nacional del oficialismo ha ido en aumento. Se han enfrentado a la mofa de su ridiculez en bailes improvisados, a la crítica aguda por sus erráticas declaraciones a la prensa y la guerra y traspiés internos.
Los asesores extranjeros -contratados por algunos- no han podido ecualizar el trabajo territorial, -el cual es impulsado y pagado por las estructuras de partido-, con un discurso que atraiga y emocione a las masas. Las erráticas acciones y falta de control de las emociones de sus asesorados ya se refleja en las
encuestas.
El discurso utilizado por la pre candidata y precandidatos, a pesar de ser dirigido a sus públicos electoral y votantes duros, no deja de ser insustancial, reiterativo, fuera del contexto social y de sintonía con el humor social. No se ha podido capitalizar la alta popularidad del mandatario nacional a favor de sus posibles sucesores.
La presencia en redes y medios de comunicación de la y los morenistas se mantienen vigentes, también, gracias al apoyo de las declaraciones oficiales que golpea discursivamente a la oposición, pero también por la debilidad en el relato de los priistas y panistas que no han podido construir una narrativa propia sin la que esté presente el oficialismo o el presidente de la República.
La debilidad electoral de las y los aspirantes de ambos bloques, oficialistas y opositores es tan evidente que con la sola presencia de una aspirante en pocas semanas se tambaleó el tablero electoral. La marca de partido es lo que hace hasta hoy la diferencia y no las y los aspirantes.
Es claro que aún falta mucho por recorrer en esta campaña presidencial, pero hasta ahora opositores y oficialistas siguen sin conectar, comunicar y convencer.
@javoesquivel