
Elección judicial: Entre la degradación y la plenitud democrática
Tanto el presidente Donald Trump como la presidenta Claudia Sheinbaum se dan ‘palmaditas en la espalda’ y proclaman victoria porque pudieron negociar los términos de una prórroga de 30 días de una posible guerra comercial.
Y tengo certeza de que la mayoría de nosotros respiramos aliviados. Nuestra presidenta merece crédito
por mantener la calma y la compostura en su respuesta a las amenazas que le lanzó Trump, que
consistían en una serie de aranceles del 25% a productos mexicanos, los cuales quedaron suspendidos
por un mes y que quedarán sujetos a revisión una vez finalizado este periodo.
Por supuesto, para cumplir los ‘caprichos’ de Trump, la mandataria mexicana se vio presionada a enviar
10,000 elementos para asegurar la frontera, por no mencionar todo lo demás que aceptó y que aún no
se ha hecho público, pero que con el tiempo se hará patente en nuestras vidas.
La mayoría de los mexicanos creemos que ceder a las demandas de los Estados Unidos fue una medida
inteligente y la mejor forma de proteger los intereses del pueblo mexicano y salvar nuestra economía,
pero no sirve de mucho para promover la paz y la seguridad dentro de nuestras fronteras.
Retirar tropas de áreas de alta inseguridad en territorio nacional podría desestabilizar las zonas más
vulnerables, pese a que la actual estrategia tampoco ha servido de mucho. Un ejemplo de ello es la
situación en Culiacán, donde la ineficacia del gobierno ha dejado como resultado miles de vidas perdidas
en una espiral de violencia que parece no tener final. ¿Será la solución que el gobierno deje de
intervenir y deje que los ‘narcos se maten solos’? Es posible que pronto lo sepamos. Para Donald Trump,
la paz en México no es la prioridad de su estrategia. Él está mucho más interesado en detener el flujo de
personas y drogas ilegales hacia los Estados Unidos a través de su frontera sur. Sus tácticas son poco
ortodoxas y posiblemente inhumanas, pero tener un líder fuerte y decidido que coloca la seguridad y el
bienestar de sus conciudadanos como su prioridad número uno es envidiable.
Ojalá pudiéramos decir lo mismo de nuestro gobierno federal. Pareciera que aquí su máxima prioridad
es debilitar el sistema judicial y los contrapesos al Poder Ejecutivo, así como asegurar un dominio
político desenfrenado para las generaciones venideras. Si para lograrlo se requiere reducir la violencia,
tengan toda la certeza de que están más que dispuestos a manipular tantos datos como sea necesario
para lograr sus objetivos, aunque todos sabemos que esto es un montaje. Fue impresionante ver lo que
está dispuesta a hacer nuestra presidenta para evitar los aranceles estadounidenses, pero ¿qué pasa con
los aranceles ilegales que millones de mexicanos se ven obligados a pagar todos los días debido a la
extorsión perpetrada por los cárteles? Esto le cuesta a las empresas mexicanas millones de pesos cada
mes, y esos costos se transmiten a los consumidores. Quisiéramos que esa misma disposición que
existió para ‘combatir’ los aranceles de Trump existiera para pelear contra los aranceles del crimen
organizado.
Y es que los costos de oportunidades perdidas de negocios que nunca se iniciaron por el miedo o porque
pagar las cuotas requeridas eliminaría toda posibilidad de obtener ganancias, borran la posibilidad de
emprender en México. Este fenómeno afecta desproporcionadamente a los pobres, porque aumenta el
precio de las necesidades más básicas, como alimentos, combustible y viviendas. También golpea mucho
más fuerte a los negocios informales, porque muchos de ellos apenas pueden sobrevivir, y muchas veces
se ven obligados a elegir entre pagar las cuotas o darle de comer a sus familias. A pesar de la ‘palabrería’
de decir que proteger a los pobres es su máxima prioridad, nuestro Gobierno Federal ha hecho poco o
nada para frenar la extorsión. Tal vez sería mejor pedirle a Trump que exija al gobierno de México la
creación de una fuerza especial de 10,000 soldados dedicada exclusivamente a eliminar la extorsión.
Esto podría incluir equipos de reacción rápida, operaciones encubiertas, recopilación de inteligencia
sofisticada y los mejores sistemas de capacitación y controles internos que hayamos tenido en la
historia. Ya hemos visto hasta dónde está dispuesto a llegar nuestro gobierno para evitar los aranceles,
¿por qué no empezar por eliminar los que se utilizan para financiar a los narcoterroristas aquí en
nuestro país? ¿Qué dice, presidente Trump? ¿Puede ser esa su próxima exigencia a nuestro gobierno?
Golpearía a los cárteles donde más les duele: sus finanzas, y parece que solo usted tiene el poder de
hacer que esto suceda para nosotros. ¿Puede ayudarnos a «Make Mexico Safe Again»?