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Carlos Gafias Merlos, el hombre fuerte de las iniciativas de construcción de paz en la Iglesia en México, está por cumplir medio siglo de servicio sacerdotal. Con este motivo, la Arquidiócesis de Morelia a la que ha servido desde el 2016 ha editado un extraordinario ejemplar biográfico sobre su vida y trayectoria ministerial. El obsequio y reconocimiento diocesano llega en un momento sensible: la Santa Sede ha dispuesto prácticamente a su sucesor y el arzobispo está dispuesto a vivir con plenitud espiritual el Año Jubilar en una dimensión cristiana poco cómoda: la enfermedad y la discapacidad.
Entre los círculos eclesiásticos quizá no fue una sorpresa la decisión del papa Francisco de nombrar a un arzobispo coadjutor para la emblemática Arquidiócesis de Morelia. Desde la pandemia, en 2021, Garfias fue duramente golpeado y afectado por el SARS Cov2, vivió una prolongada y dramática hospitalización; tras la cual, lamentablemente, sobrevinieron una serie de afectaciones de diversa gravedad que el propio arzobispo relata en primera persona con transparencia y perspectiva humanista al final del libro-homenaje.
El singular nombramiento recayó en el también michoacano José Armando Álvarez Cano, de 65 años. Álvarez, quien fue promovido al episcopado por el gran referente de la región eclesiástica de Don Vasco, el cardenal emérito de Morelia, Alberto Suárez Inda, será recibido en plena Cuaresma para coparticipar en el gobierno pastoral con facultades especiales, incluida el derecho a sucesión de Carlos Garfias.
Álvarez Cano cuenta con una positiva trayectoria episcopal; primero en la región mazateca de la sierra oaxaqueña, liderando la ardua misión de la Iglesia en la prelatura de Huautla de Jiménez; y después, trasladado a la costa del Golfo de México en la diócesis de Tampico, Tamaulipas, donde mantuvo la asistencia espiritual a pesar de que, en el máximo pico de la pandemia, más del 40% de los sacerdotes padeció diversas afectaciones del virus.
Su llegada a Morelia evidencia, por otra parte, los oficios e intereses de los obispos mexicanos (en particular del cardenal Suárez) y la Nunciatura apostólica para que esta Iglesia local no se arriesgue a una potencial sede impedida o vacante. Un tema que no es menor puesto que en otros casos no suele haber tanta urgencia; por ejemplo, desde 2022, la sede de la prelatura del Nayar, permanece vacante; o desde el 2023, la arquidiócesis de Tuxtla Gutiérrez tampoco ha recibido noticia del nuevo arzobispo tras la muerte de Fabio Martínez Castilla.
Como sea, a mediados de marzo, la capital michoacana tendrá dos arzobispos: Garfias como diocesano y Álvarez, como coadjutor, que –para favorecer a la diócesis– estarán compelidos a colaborar en “unión de acción e intenciones” y a consultarse en asuntos de importancia. Y, por supuesto, entre los temas centrales, según lo expresan ambos arzobispos, estará la atención a las vocaciones y ministerios (la ‘Pastoral de Pastores’, como la llama Álvarez Cano) y la promoción de proyectos que fortalezcan la educación, la formación y la construcción de la paz.
A pesar de las limitaciones que el conjunto de padecimientos condiciona al arzobispo de las cuatro mitras y dos palios metropolitanos (Carlos Garfias ha sido obispo en Ciudad Altamirano, Nezahualcóyotl, Acapulco y Morelia), ha confiado a sus cercanos su deseo de continuar promoviendo la paz esencialmente en los espacios universitarios y educativos, y a través de uno de los lenguajes más apreciados por los jóvenes: la música.
Y todo parece indicar que ese será uno de los últimos proyectos como titular diocesano pues, como se sabe, Carlos Garfias cumplió 74 años el pasado 1 de enero, lo que sugiere que para el primer día del 2026, éste deberá presentar su renuncia canónica al Santo Padre y, en cuanto sea aceptada, Álvarez Cano pasaría inmediatamente a ser el arzobispo metropolitano. Y a pesar de que se ha sabido de varios casos de obispos coadjutores que fueron trasladados a otra diócesis antes de que se aplicara esta regla sucesoria, parece que en Morelia no será el caso y Álvarez Cano será pleno sucesor del venerable Vasco de Quiroga.
Finalmente, y a propósito del ‘Tata’ Vasco, el egregio primer obispo de Michoacán que aguarda el proceso de su beatificación a 460 años de su muerte. En 2020, el cardenal Suárez Inda recibió del papa Francisco una misiva que, entre otras cosas le aseguraba: “Trataré de acelerar la causa de Vasco de Quiroga”; y es probable que en este año, en el contexto del Jubileo, el Papa reciba del arzobispo Garfias su testimonio personal sobre el drama de su salud y su recuperación encomendada tanto a la patrona moreliana, la Virgen de la Salud, y al venerable Tata Vasco de Quiroga.
*Director VCNoticias.com
@monroyfelipe