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Periodistas del New York Times podrán utilizar IA de forma legal
México, D.F. 30 de mayo 2012 (Quadratín).-Flota en el ambiente la hipótesis de si, después de las elecciones de julio, la democracia mexicana, específicamente el proceso electoral, están agotados.
Porque tanto el formato de las campañas como el de los debates y el contenido en general no satisfacen ni emocionan a nadie. Más han llamado la atención acontecimientos imprevistos como la aparición de la edecán en el debate de los candidatos presidenciales o el surgimiento del movimiento juvenil llamado 132, que ninguno de los actos, propuestas o planteamientos de alguno de los candidatos a ninguna de las varias cientos de posiciones que se definirán en estas elecciones, desde el Presidente de la República hasta diputados, senadores, congresos locales y delegados.
El comentario generalizado del debate entre las candidatas y el candidato a jefe de gobierno del DF, fue aburrido, carente de interés y de contenido. Salvo la actitud y las propuestas del aspirante perredista, Miguel Ángel Mancera, que mostró su dominio del tema, quedó de manifiesto la improvisación de doña Isabel Miranda de Wallace, los lugares comunes (oficio político si tiene, faltaba más) de Beatriz Paredes y las ganas de Rosario Guerra, del Panal.
Pobre clase política nacional, pero es la que marca el nivel también de la local, aunque quien encabece el gobierno de esta ciudad tenga una responsabilidad equivalente y en muchos casos superior a muchos países en todo el mundo, tanto por el tamaño de población como de los recursos que deben administrarse.
Los gobernantes pretenden más ser administradores y la ciudadanía los percibe en su auténtico nivel, por eso el desinterés mayoritario por los asuntos de la cosa pública.
Ya se verá en los resultados del nivel de participación ciudadana en el proceso electoral el interés que provocaron los millones de spots que revelan el diálogo (los ataques) entre los candidatos, más allá de intentar la comunicación con el electorado.
Estos son los problemas reales de la democracia, en donde la clase gobernante no entiende o, a sabiendas, se desentiende del valor de la participación y la responsabilidad ciudadana.
El país está atrapado en una campaña electoral repetitiva, costosa y nada formativa y una realidad de violencia a la que, activos o inactivos, todos los mexicanos han sido involucrados.
El de ayer fue un día típico: las campañas, el presidente Calderón, los gobernadores y la clase política toda estuvo atrapada en el tema de la violencia, lo que ocurre con más frecuencia de la razonable y mucho menos de la deseable.
Tanto los candidatos a jefe de gobierno del DF como los aspirantes a la presidencia ya están atrapados en el tema. El presidente Felipe Calderón afirmó que el crimen organizado debe verse no sólo como una amenaza a la seguridad sino también a la democracia, el crecimiento, el desarrollo y la prosperidad.
El tema en el fondo es gobernabilidad, problema que involucra a mas temas y tareas que la seguridad por muy sensible que sea este flagelo social.
Esta más que visto que el modelo electoral da muestras fehacientes de agotamiento no solo por la ineficacia y costo de sus métodos, sino porque la gente cree cada vez menos en lo que se festinó mundialmente: que somos una de las mejores democracias del mundo y la verdad que por más que se le busque, no aparece.