
Reconoce Fiscalía de Oaxaca a 6 agentes de investigación jubilados
Oaxaca, Oax., 23 de diciembre de 2011 (Quadratín).- Uno de los desafíos más importantes de la vida personal, institucional o social es la congruencia. Pensar, sentir y actuar en un solo sentido y hacia un mismo fin, es un logro que se alcanza con rara frecuencia. Prejuicios, egoísmo, atavismos sociales, complejos, deficiente educación formal, familiar o profesional inciden para lograr la congruencia.
Como sociedad, en esta temporada es abrumador el llamado al amor, a la felicidad, a los buenos deseos y propósitos, alejados en buena medida de la realidad. Somos un país que camina en la zozobra, sumido en la violencia en diversas expresiones, especialmente la escenificada por la clase política que vive su propia guerra, la electoral.
Esta Navidad el país no puede ser omiso a los 65 mil muertos de los últimos cinco años por la guerra contra el crimen organizado y el narcotráfico; no pueden dejarse de lado que más de 25 millones de mexicanos viven en la extrema pobreza, para quienes la intensa publicidad consumista les recuerda lo lejos que están de ese sueño que se proyecta por las pantallas.
No pueden ocultar la vista a las carencias educativas, sociales y económicas que vive la gran mayoría de los mexicanos a quienes se atiborra en esta época de mensajes de melcocha, vacíos y con el único fin de incentivar el consumo.
Navidad es nacimiento y ojalá eso significara el 2012 para México, el nacimiento a la esperanza autentica, no la política demagógica electoral que se nos ofrece, sino la que llene la inteligencia y el corazón de afanes asequibles, día tras día, con trabajo, honestidad, humildad en el autentico sentido de este concepto.
Casi concluye el 2011 y es oportunidad para convivir, escucharse unos a otros, mirarse como hermanos, y colaborar etre todos a la construcción de un país donde se aparten los carteles de la droga, levantones, secuestros, impunidad policiaca, robos, spots de candidatos, campañas políticas
de al menos por un momento aunque sea breve– priven la paz, la reconciliación, la armonía.
La celebración de la Navidad debe ayudarnos a vivir la reconciliación entre nosotros: en la familia, en la sociedad y entre las naciones. Éste no es tiempo de discordias: antes que adversarios, debemos contemplarnos con el deseo de servir a un país y a una sociedad de la que somos parte todos, con el talento, el compromiso y la responsabilidad que nos toca.
Es tiempo de reencuentro y reconciliación que implica el respeto mutuo, el reconocimiento de unos y otros, pero también es tiempo para desarrollar más la honestidad y la sinceridad dentro de las legítimas diferencias políticas o ideológicas.
Hace apenas unos días la jerarquía católica dijo que éste tiempo no debe pensarse solo como una tregua navideña en medio de los conflictos sociales.
Lo cierto es que ese concepto es de suma fragilidad y pasa rápidamente: debemos aspirar a que permanezca el verdadero espíritu navideño que nos lleve a anhelar y alcanzar la reconciliación y la paz de nuestra sociedad, fincada en la justicia y en la verdad.
Dentro de muchas las diferencias políticas y sociales que privan en nuestra sociedad, debemos recordar todos los hombres y mujeres a lo largo de la historia buscan afanosamente llegar a la vida en armonía, de reconciliación y de verdadera paz.
Aunque no se cumpla ese slogan de lo importante, es el regalo, no el afecto.
¡Feliz Navidad!