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¿Lealtad a quién?
Oaxaca, Oax. 15 de mayo 2012 (Quadratín).- En buena hora el gobierno panista encabezado por el presidente Felipe Calderón decidió cancelar la contabilidad de los muertos por la guerra contra el crimen organizado y el narcotráfico. Hasta mayo de hace ya un año, la cifra oficial se congeló en más de 50 mil, aunque al finalizar el 2011 se especulaba ya que podría haber llegado a los 65 mil muertos.
De entonces a la fecha solo un acucioso investigador de medios o de actas de defunción sabría con exactitud el número de sacrificados por esta cruzada gubernamental, que ocasionó un ambiente social de temor y miedo y una imagen internacional de un país ensangrentado y víctima de la delincuencia desbordada, que descubre a un gobierno incapacitado para devolver orden, desarrollo y paz.
Los 49 muertos descubiertos ahora en Cadereyta, Nuevo León, uno de los estados que se convirtió en insignia de la violencia enraizada y la anulación de la autoridad municipal, estatal y federal disminuidas frente al delito. Las noticias que se conocen de México en el mundo volvieron a llenarse de horror. Incluso jóvenes con ánimo de conocer nuestras ciudades, admirar la cultura y disfrutar la hospitalidad mexicanas, cancelan su visita porque no desean correr el riesgo de que, por un mal momento o un lugar inadecuado, les toque la de malas y se conviertan en esas cifras que nadie quiere a estas alturas saber, pero que todos los días aparecen en los medios.
Las noticias de combates, detenciones y muerte de esta cruzada adquirieron mayor relevancia que cualquier otro tema a lo largo ya de casi seis años. Inclusive, en plena campaña electoral por la Presidencia de la República, los integrantes de las dos cámaras que forman el Congreso de la Unión y varias gubernaturas, están en un plano de menor importancia que la sangre que se derrama en distintos estados del país día tras día, hora tras hora.
El proceso electoral se tiñe del rojo color de la sangre porque, se preguntan algunos comentaristas, la violencia enrarece y dificulta la elección de los candidatos de los distintos partidos políticos. Atemoriza o previene, inclusive, a los propios candidatos a diputados, senadores o cualquier otra posición porque tendrán que enfrentar al crimen organizado y el narcotráfico que se ha adueñado o gobierna muchos lugares del territorio nacional.
Esta es una realidad que podría agravarse durante las próximas semanas.
Inclusive, estudiosos del fenómeno, afirman que con la ola de ejecuciones lo que pretenden los narcotraficantes no es buscar quién se las hizo, sino quién se las pague. Detrás del reciente recrudecimiento de la violencia, del aumento de las ejecuciones en varios estados del norte del país, y en días pasados en Jalisco, suman varias decenas de muertos en menos de una semana, con lo que está el mensaje claro de la delincuencia organiza que pretende un ajuste de cuentas contra el régimen de (Felipe) Calderón, dice Guillermo Garduño Valero, profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Ningún grupo criminal quiere negociar a estas alturas con el régimen de Calderón Hinojosa. Ya es demasiado tarde. Lo que pretenden los narcotraficantes no es buscar quién se las hizo, sino quién se las pague.
Se habla de enfrentamientos entre grupos delincuenciales por el control de las plazas, lo cierto es que el miedo se propaga ya sea por la actividad delincuencial o por el combate del ejército y las policías federal, estatal y municipal, cuyo avance o triunfo es cuestionado todos los días.
A esto se agregan decisiones como la anunciada por el defensor de los derechos humanos de los migrantes, el sacerdote Alejandro Solalinde, quien abandonará México por un protocolo para su seguridad diseñado en conjunto por la PGR, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la Pastoral de la Movilidad Migrante de la Conferencia del Episcopado Mexicano y las agrupaciones Amnistía Internacional y Brigadas Internacionales de Paz. No me voy por miedo -acota el defensor de derechos humanos, fundador del albergue para migrantes centroamericanos Hermanos en el Camino, de Ixtepec, Oaxaca-, sino por obediencia, pues de eso está hecha la Iglesia, pero acepté sólo con la condición de que volveré a México en los primeros días de julio. Estará en Estados Unidos, Canadá y varios países europeos y luego pasará unas semanas en un monasterio, en algún lugar silencioso, con el objetivo de escribir, leer y orar.
La violencia puede recrudecerse durante los próximos días, como parte de la animosidad electoral. También los grupos delincuenciales que operan en México están convencidos que se juegan sus intereses en el proceso y quieren, también, ser ganadores. Como todos, ¡van por todo
! Por eso, el secretario de Gobernación, Alejandro Poiré advierte: el narco no nos doblega ni amedrenta.
Foto:Ambientación