
Periodistas del New York Times podrán utilizar IA de forma legal
Oaxaca, Oax., 1 de octubre de 2011 (Quadratín).- Resulta paradójico que, mientras a la luz se le vincula a la inteligencia, el pensamiento y la claridad, en México se ha convertido en una maldición.
Más allá de los conflictos históricos de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, cuyas secuelas se pagarán todavía por mucho tiempo, están las dramáticas y escandalosas fallas de luz en el aeropuerto internacional de la ciudad de México, el chasco con la iluminación del Ángel de la Independencia y, como síntesis del país que somos, la llamada estela de luz.
Todos estos asuntos, paradójicamente, están a oscuras, en tinieblas.
Aunque ya estén iluminadas las dos pistas del aeropuerto, la falta de luz y los responsables de la falla, estas en la más negra oscuridad.
En la misma circunstancia se vio el jefe de gobierno, Marcelo Ebrard, cuando quiso quedar bien y abonar su candidatura con la iluminación del Ángel de la Independencia (que finalmente logró), pero que tuvo que tragar bilis, porque el mecanismo no funcionaba.
Se cuece aparte, por supuesto, toda la problemática de La estela de luz, de cuyo fracaso, irresponsabilidad e incapacidad, se ha hablado tanto que es ocioso abordar.
La estela de luz se fundió y dejó un olor a chamusquina como el que despide cualquier corto-circuito o cuando se quema un transformador.
El caso del aeropuerto internacional (?) merece comentario aparte. Es inconcebible que, sin temblor, huracán, tornado o cualquier fenómeno meteorológico o sísmico de gran magnitud, se haya quedado a oscuras.
Más allá del perjuicio directo a 18 mil personas, es incomprensible que, como si el suministro eléctrico se hiciera con un diablito, el aeropuerto sufriera ese problema.
Lo justo sería conocer que los responsables paguen las consecuencias de esta falla, independientemente de las causas que la ocasionaron.
Finalmente, al jefe de gobierno le falló el switch, hasta que, después de unos minutos, pudo ver la columna de la Independencia pintada de rosa.
Ojalá hubiera, como en los creyentes de las limpias, quien hiciera el exorcismo de la palabra luz, aunque el padre de todo mal sea, paradójicamente Luzbel.
Foto:Archivo