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México, DF. 30 de noviembre de 2012 (Quadratín).-El gobierno de Enrique Peña Nieto corre el riesgo de que le ocurra exactamente lo mismo que a Felipe Calderón y a Vicente Fox, que los partidos de oposición intenten chamaquearlo.
Para nadie es secreto que la credibilidad de los políticos, especialmente dirigentes de partidos políticos, diputados y senadores, anda por los suelos. Responden en la mayor parte de los casos, a sus intereses particulares, de grupo y de partido y, de ninguna manera, a los del pueblo o de la nación.
El priismo caería en la peor de las ingenuidades si confía en que Gustavo Madero, del PAN, y Jesús Zambrano, del PRD, cumplirán lo que prometen en el proyecto de acuerdo denominado México.
La recuperación de la gobernabilidad exige mucho más que el anuncio de la firma de un compromiso que los propios dirigentes del PRD y del PAN anticipan con no cumplir.
El equipo cercano del –a partir de mañana– presidente de México tiene presente que Peña Nieto no espera que los partidos de oposición dejen de ser lo que son, abandonen sus prácticas de presión y chantaje a cambio de cuotas de poder y prebendas que tanto han degradado a la política y a la sociedad.
Sería ominoso, aparte vergonzante, que políticos de larga experiencia, curtidos en los entretelones y los sótanos de la política cayeron en el cuento de los buenos propósitos y mejores intenciones de quienes, a toda costa, actuarán para que el gobierno fracase y cuanto antes, mejor.
Por supuesto que los ciudadanos quieren el bien de México, lo ansían como se desea la gobernabilidad, el imperio de la ley, la justicia y la equidad, pero los partidos quieren otra cosa y trabajan para ello, quieren el poder y, para empezar, el fracaso de quien ahora lo detente.
El político de mayor influencia con el presidente Peña, Luis Videgaray enfatizó que si bien no se puede hablar de que el PAN y el PRD estén dentro del gobierno federal, lo cierto es que se comparte responsabilidad al gobernar tanto a nivel nacional como estatal y municipal.
Por su parte, Jesús Zambrano reconoció que existen diferencias al interior del Partido de la Revolución Democrática (PRD), pero que su determinación con la de una gran mayoría de su partido es la de impulsar un acuerdo democrático a nivel nacional con la cual se dé respuesta a los 16 millones de mexicanos que votaron por su partido.
Yo soy responsable de una izquierda que va por lo mejor del país, reconocemos que los acuerdos son una necesidad para México, enfatizó Zambrano, al negarse a calificar a aquellas voces que tanto dentro del PRD como en otras fuerzas de izquierda se niegan y reprueban la firma de este acuerdo con el presidente electo Peña Nieto y Acción Nacional.
Pero hasta un bisoño político sabe que si la coyuntura cambia, con más razón se hace de opinión. ¿O acaso el gobierno entrante puede confiar (se) en la izquierda perredista que junto con el PAN formalizó alianzas calificadas contra-natura?.
El dirigente panista, Gustavo Madero Muñoz, sostuvo que confía en este acuerdo para lograr el avance del país, mucho más allá del aspecto político, en lo concerniente al ámbito oficial para lograr un efectivo combate a la pobreza, en forma paralela con una recuperación económica de México.
El gobierno no puede confundir la gimnasia con la magnesia y será con acciones que conduzcan al país a la legalidad, a castigar la impunidad y recuperar la paz social, el optimismo y el progreso.
El escenario de miedo y terror al que se pretende empujar a Peña Nieto es la repetición del mismo camino que recorrieron sus antecesores y terminó con un alto costo para el pueblo.
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