Diferencias entre un estúpido y un idiota
MÉXICO, DF, 28 de abril de 2015.- El señor Carstens tiene la fe del carbonero; cree que, contra toda esperanza, lo está haciendo como se debe y que todo son logros, blanquillos, huevos, dignos de cacarearse. Otro tanto cree don Luis, pero ahora veamos al gobernador.
El optimismo de los encargados de las políticas económicas y financieras es supino. Es el caso del encargado de la política monetaria. La realidad es la equivocada. Y más los analistas independientes, que sólo ven lo negativo. Que sólo andan buscando pelos o moscas en la sopa.
Por ejemplo, la semana pasada, por ahí del jueves, ante la Comisión de Hacienda y Crédito Público del Senado, el gobernador del Banco de México destiló optimismo puro en torno al comportamiento de la economía, especialmente de los mercados financieros.
Quien diga que la economía mexicana está caput está equivocado. Está más viva que nunca. Está muy bien blindada. Bien protegida por los dioses del Olimpo washingtoniano, bendecida por el espíritu de los Siameses de Bretton Woods (primos de Chucky). Con la venia de Christine, la bruja del 700 de la calle 19.
Primero, México (yo más bien diría que las arcas del Banxico y las del FMI) cuenta con un “arsenal” (qué palabra tan fea en tiempos de paz. Está como eso de Cruzada…) de 270 mil millones de dólares para enfrentar cualquier contingencia propiciada por la volatilidad de los mercados del exterior.
Segundo, México está preparado para afrontar las presiones que generarán, aún más, los bajos precios del petróleo y la inminente subida de la tasa prime del mercado estadounidense.
(Esto del alza de las tasas de interés es el Coco para las autoridades. Si suben las tasas los señores de la Fed, uf, se van las golondrinas verdes a posarse en otros alambres).
Tercero, la acumulación de reservas por más de 195 mil millones de dólares, más las disposiciones que por derecho, por ser socio, México mantiene en el Fondo Monetario (la cuota) como garantías por 75 mil millones de dólares, que suman la estratosférica cantidad de 270 mil millones de dólares que permitirán enfrentar las eventuales fugas de capitales, impulsadas por el atractivo de las tasas de interés en los mercados estadounidenses. Lo dice Carstens.
Cuarto, las reservas internacionales del Banco de México alcanzan para cubrir una eventual fuga de capitales hasta por unos 138 mil millones de dólares, tomando en cuenta que aproximadamente la deuda a extranjeros, que han invertido en valores gubernamentales mexicanos, asciende en estos momentos a un 71 por ciento del total de las reservas internacionales (195 mil millones, etcétera).
En caso de que lleguen a salir inversiones en el país, ante el atractivo de las tasas de interés en Estados Unidos, las reservas internacionales del banco central pueden cubrir esa fuga.
Qué horror. Cuánta irresponsabilidad intelectual y política. ¿Acaso ya no se acuerda de sus clases de política monetaria? O sea que si se nos viene el mundo encima, si los dineros golondrinos vuelan hacia otros nidos, tenemos con qué hacer frente a la tragedia. Pero nos quedaríamos con una mano atrás y otra adelante como nos ocurrió en el 81 cuando las arcas del Banco de México se quedaron vacías.
Las autoridades están preparadas para enfrentar las volatilidades, las subidas de tasas con reservas y disponibilidades, pero no con una economía fuerte. Al contrario de los estadounidenses. Ellos tienen una economía fuerte, la más poderosa del mundo, para hacerle frente a las volatilidades. Ellos nunca pierden. Y por qué países como México siguen siendo los perdedores.
Ponga que Banco de México, la tesorería de la federación, los grandes capitalistas no pierden. ¿Pero los mexicanos?
Además, ¿ya se dieron cuenta de que Carstens, al hablar de que las reservas internacionales son suficientes para amortiguar las fugas de capital, le está dando luz verde a los especuladores para que se lleven sus inversiones, especulativas, hacia otras latitudes donde ganarán mucho más? O sea, como dice el colega Roberto Fuentes Vivar, Carstens le está abriendo el camino a nuevas y más gordas fugas de capital.
¿Entonces? A qué árbol arrimarse.
¿Y si le fallan las “previsiones” y las provisiones?
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