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Reforma de maíz transgénico: ¿camino a soberanía alimentaria de México?
Oaxaca, Oax., 29 de agosto del 2011(Quadratín).- Apenas estoy recobrando mi conciencia luego de la impactante noticia de un casino quemado en Monterrey donde murieron 52 personas, esos que los medios nombraron, hermanas, hijas, esposas, esposos, parejas, hijos de muchos que sintieron en carne propia la rudeza de un narcotráfico que siempre ha estado ahí, pero que gracias a las distancias que recorta estas nuevas formas tecnológicas, hoy lo sentimos más cerca.
Tan cerca como nuestro ordenador, la TV o el móvil en el bolsillo.
Y con los muertos –tan lamentables pérdidas–, se inició a nivel nacional un embate sobre la política y las acciones de un presidente que muy tarde –quiero pensar– se dio cuenta que para iniciar la guerra tendría que limpiar primero la casa.
Se buscaron culpables, unos acusan a esos de armas largas, que hace mucho dejaron atrás aquel estereotipo de camisa a cuadros, jeans, cinturón y botas piteadas, cadenas de oro y pelo en pecho, ahora sólo se ven a esos en las películas, mientras estos –los de hoy– compran ropa de diseñador, usan lentes de sol y el celular más nuevo.
Otros encontraron a quién culpar, en un presidente que cada día busca legitimar una lucha sangrienta en medios de comunicación, con mensajes poco claros y un lenguaje tan cambiante como novia indecisa. Vieron en ese minúsculo hombre, una falla mayor a la de su intención, que en algún punto se confundió con los intereses por practicar lo mismo que sus antecesores: perpetuarse en el poder.
Un sexenio de luto, no más sangre, sino pueden renuncien recriminaban vía twitter los hechos de casino royale en Monterrey.
Infinidad de comentarios, acusando, señalando, insultando, culpando a todos, a periodistas, narcotraficantes, políticos, todos son culpables, pero en ningún momento los que apuntan aceptan su culpa.
El juez español, Baltazar Garzón dijo una gran verdad, el problema del Estado debe tener una solución desde la sociedad, pero entre tantas críticas, entre tantos señalamientos, entre tantos culpables no aparece lo elemental para que esa sociedad, la nuestra, vuelva a caminar erguida.
No hay ciudadanos, somos aletargados, un país de jodidos, de huevones que buscan culpables para lavarse ese sentimiento que conocemos pero no reconocemos y que ni por un segundo nos quita el sueño.
Somos aquellos que nos sentamos a ver cómo la televisión prostituye a unos pequeños, que los hace cantar, imitar, tratar de ser como aquellos que ya vivieron.
Somos los que aprovechamos el momento para ser los analistas políticos del twitter, para seguir acusando, exigir culpables. Nos cuestionamos el por qué de tanta sangre. Se nos hace sencillo culpar a la educación, a la política, porque creemos que somos ajenos a esos apartados. Es de líderes y políticos.
Como ciudadanos tenemos derechos, y sí podemos exigir, señalar, acusar, pero también tenemos obligaciones y ahí no hacemos nada.
Huimos del alcoholímetro, consumimos drogas porque sigue siendo cool, ¿educar a los hijos?, esa siempre será tarea de las aulas y de esa caja negra que tenemos conectada en casa, nosotros sólo les damos de zapes cuando golpean a sus hermanos o los mandamos a su habitación.
Hemos perdido el concepto de ciudadano, hemos perdido la razón de ser de una sociedad, más allá de límites, más allá de la tan renombrada patria.
Sigamos culpando, señalando, exigiendo, es una forma de desahogarnos, pero también es momento de hacer, de actuar, de buscar el mundo que ansiamos, que soñamos, que le dejaremos a esos que mandamos a la cama temprano.
Seamos ciudadanos y dejémonos de chingaderas porque este país es mío, porque este mundo es nuestro, porque simplemente queremos paz. No me jodas
@argelrios