
¿Lealtad a quién?
+ DF: indicios de barbarie del 1-D
+ Violencia, guerrilla, AMLO, ONG
México, DF. 7 de diciembre de 2012 (Quadratín).-El debate mediático de organizaciones disidentes por violaciones de derechos humanos en la barbarie del sábado primero de diciembre en el DF no es sólo argumento para liberar a los detenidos, sino que forma parte de un cuadro de provocación de una crisis política justo en la toma de posesión del nuevo presidente priísta de la república y del nuevo jefe perredista de gobierno del DF.
El ciclo del colapso político es ya conocido como un mapa de riesgo:
1.- Inestabilidad, como parte de los desacuerdos al interior del sistema político del que forman parte los partidos políticos institucionales.
2.- Desestabilización, como provocaciones de violencia de sectores de fuera del sistema político, usualmente como parte de violencia fabricada.
3.- Ingobernabilidad, como la ruptura del equilibro entre demandas sociales y ofertas de gobierno, encareciendo la negociación.
4.- Vacío de poder, como la fase en que los gobiernos son rebasados por la estridencia de la protesta y los grupos se apoderan de las calles.
5.- Anarquía, como el ambiente político en el que grupos radicales se apoderan del discurso y rompen con programas políticos institucionales.
Lo ocurrido en las calles del DF, cuando masas violentas sorprendieron y desbordaron a las autoridades políticas y de seguridad capitalinas, debe verse en un contexto de sucesos amplios:
1.- El tono de la violencia desde el principio se asumió como insurrección, no como protesta. Las fotografías de los suministros para las bombas molotov revelan algo más que jóvenes indignados.
2.- Los grupos radicales se parapetaron detrás de la ingenuidad de estudiantes que iban sólo a protestar, no a combatir contra las fuerzas policiacas.
3.- Las fuerzas políticas y policiacas capitalinas y federales quedaron atrapadas en el hoyo negro del cambio de gobierno, cuando se da ese vacío sexenal en mecanismos de toma de decisiones.
4.- La violencia fue una terrible falla de seguridad e inteligencia de los cuerpos políticos y policiacos encargados de la previsión de incidentes. En una ciudad como el DF es prioritario prever operativos de insurrección.
5.- Las evaluaciones de inteligencia y seguridad no deben caer en el error estratégico de compartimentar el escenario en donde existen vasos comunicantes. La relación anarquistas-estudiantes no fue casuística, coincidente o circunstancial sino que se dio en un escenario político de movilización contra el institucionalismo y la legalidad.
6.- Tampoco fue casual el hecho de que el discurso de protesta contra la represión y de defensa de los detenidos tenga una causa común en la protesta contra el acto institucional, republicano y constitucional de toma de posesión del presidente de la república para el sexenio 2012-2018.
7.- La caracterización de presos políticos para anarquistas violentos atrapados in fraganti y estudiantes que atacaron a la policía para defender compañeros quedó ya como el argumento común entre organizaciones que dicen ser diferentes pero que usan las mismas tácticas, aunque con mayor o menor intensidad violenta.
8.- En el escenario de la violencia fabricada o provocada intencionalmente el sábado primero de diciembre se anotó el surgimiento de cuando menos dos nuevas organizaciones guerrilleras, o al menos autodenominadas como tales y con intenciones de regresar a la violencia de la lucha armada que otras guerrillas habían congelado: el 30 de noviembre apareció el Ejército Popular Magonista de Liberación Nacional (EPM-LN) y el primero de diciembre fue Resistencia Urbana Saltillo. Y el 2 de diciembre ser reactivó el lenguaje guerrillero del EPR en apoyo de los anarquistas que sembraron la violencia y el caos en el DF durante ocho horas.
9.- Sin ningún dejo de ingenuidad, una de las frases que ya se incrustó en el imaginario colectivo de la violencia juvenil por razones políticas fue determinante y se multiplicó en los medios: no somos guerrilleros, pero pronto los seremos. Y este dato mayor debe ser también analizado en el escenario de algunas tácticas guerrilleras de protestas violentas que usaron algunos de los grupos radicales y la logística de su movilización y acopio de materiales de guerra para las bombas molotov y el uso de petardos como armas de agresión.
10.- Y como contexto de cobertura, el discurso de López Obrador en el Ángel de la Independencia arropando a los jóvenes y denunciando represión cuando ya habían estallado los primeros ataques juveniles con bombas molotov contra las fuerzas de seguridad y desde luego el discurso en cadena nacional del diputado lopezobradorista Ricardo Monreal violentando el ambiente de toma de posesión del presidente de la república con la denuncia mentirosa de un muerto que no lo fue pero que sí desestabilizó el clima político. Como siempre ocurre, un día después López Obrador se quiso curar en salud al denunciar un compló en su contra responsabilizándolo de todo. Pero al final todas las protestas contra la toma de posesión se dieron en el discurso político de no aceptación de la derrota de López Obrador.
Azuzados por López Obrador y por el Morena, los chavos del YoSoy132 quedaron en el filo de las definiciones: aparecer mezclados con los anarquistas violentos o replantear su protesta contra los resultados del proceso electoral. El ambiente de violencia en el DF ya contaminó la lucha del 132 y los dejó en el mismo cajón judicial de los anarquistas.
En este contexto, el ciclo inestabilidad-desestabilización-ingobernabilidad-vacío de poder-anarquía del sábado pasado buscó quitarle lucimiento a la toma de posesión de Peña Nieto y lustrar la protesta de López Obrador pero también construir un escenario de conflicto y ruptura institucionales de largo plazo que también tuvo el sello lopezobradorista.
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