Elección de Estado
Oaxaca, Oax. 14 de enero de 2013 (Quadratín).- Escribo esto sin el menor deseo de escribir. Acabo de regresar del Istmo, de Juchitán, en el teléfono tengo un mensaje: se murió la mamá de mi amigo Carlos. Qué pena, nunca he sido un buen ciudadano: siempre, en todo tiempo, he sido un incivil.
Mi mano recorre este teclado automáticamente, no tengo deseos de escribir. En el reproductor de música se escucha una voz conocida: qué puedo decir, Dios, no tengo nada qué decir. Los amigos cantan, se divierten y mi mano sólo alcanza la copa de trago, un trago, dos, los que vengan, mil después de esto ya será sólo una cifra, algo que nada tiene que ver con mi cuerpo, con mi alma.
Tengo frente a mí el libro de José Ramón Garmabella, El criminólogo, narra sobre asesinatos de gente célebre. ¿Los asesinos son célebres? Bueno, Garmabella habla sobre los casos más impactantes del doctor ¿por qué siempre la abreviatura? de Quiroz Cuarón.
En un primer momento tuve el deseo de escribir sobre el novelista Amos Oz, pero el texto se me escapó de las manos. Los dedos se fueron para otro sitio. Andan de arriba abajo, sin control. No tengo el menor deseo de controlarlos, me interesa, quizá, que vayan donde quieran.
Regreso a Juchitán: su sol y su viento. Su gente. Estuve platicando con los pescadores que viven en la séptima sección. Gente buena, que entrega lo que tiene, gente sincera. En una habitación sin nada más que una mesa rústica preparan su captura, los pescados. Convidan a quien quiera comer, comen, son sólo pescadores de la séptima sección de Juchitán. Están orgullosos de serlo.
Me condujo a esos andurriales un amigo, que tiene alguna presencia entre esta gente. Conversamos largo con los pescadores. Es gente honesta, ama su trabajo, su mar, su tierra.
Pero bueno: debía escribir algo sobre mi maestro Alberto Blanco. Este amigo me enseñó algo sobre la poesía japonesa. El Hai Ku, la Tanta. Me enseñó mucho sobre la poesía norteamericana, sabe mucho.
De todo lo dicho hoy por mí, me quedo con esto: no tengo ganas de escribir, el teclado de esta máquina es algo, un objeto que no tiene nada que ver con mi persona. No es cierto, miento. El teclado de esta máquina tiene que ver con mi persona, con mi alma. Tan tan