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Con Trump: no es campañita; entre la CIA y Boinas Verdes
Oaxaca, Oax. 13 de febrero de 2013 (Quadratín).- Alguien menciona junto a mi persona el nombre de una mujer, Simona. Creo recordar. La mañana no es más que un capricho de adolescente con todo y lágrimas. Existo poblado por toda una federación de espíritus que se mantienen en alerta ante mis pasos. El cuerpo que habito sólo es el recipiente de espíritus que nada tienen que ver conmigo. Perol del guiso diario. Puente que conduce al olvido, otro lado, a ninguna parte. Los espíritus que me animan aguardan pacientes la hora de mi llegada a la calle. A una cantina; al barrio de mi infancia. Llego a los sitios de toda mi vida empujado por los deseos de los espíritus que me pueblan. Como en una película antigua, en blanco y negro y desfasada en su sucesión de cuadros por segundo me encuentro frente a un cuaderno. Escribo. Luego la imagen me muestra frente a un albo trago de mezcal. Hasta no verte Jesús mío. Me veo caminando en los muelles del puerto. Junto al mar que se repite. Por una calle que desconozco. En una playa en brumas donde algún desconocido se aproxima con familiaridad y pronuncia junto a mi persona el nombre de una mujer, Simona. Y el nombre me guía y me orienta como una bandera en la batalla en medio de aquel mar desconocido.
Foto: Web